El mal puede ser vencido.
“Vete a casa con
los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia”
(Mc 5,19).
Marcos narra con todo detalle la estancia en territorio
pagano.
Superado el huracán de la travesía nocturna, Jesús y los discípulos llegan a un lugar
totalmente dominado por el mal, lo cual provoca la destrucción de las personas.
Pero donde se permite entrar la presencia regeneradora de
Dios, el mal puede ser vencido, o arrojado al fondo del mar.
Jesús no tiene miedo a los marginados.
Se acerca a ellos y los mira a la cara.
Descubre detrás de cada rostro a una persona que sufre y
espera ser liberada.
Jesús recrea la dignidad humana en quien la ha
perdido, se acerca a todo ser humano colocado en los márgenes y lo capacita
para la comunicación, entra con su luz en los sepulcros para que brote la vida.
“La misericordia se
muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que
consuela con el perdón” (Francisco)
Y las personas pueden recuperar su dignidad.
Lástima que los gerasenos no aceptaron la vida nueva que
se les proponía.
Con todo, entre ellos se plantó y creció una semilla
de Evangelio.
Señor, hazme descubrir detrás de cada rostro, en el fondo
de cada mirada, un hermano, una hermana.
Señor: es cierto que tu presencia, muchas veces nos
complica la vida.
Pero prefiero que nos compliques la vida a que nos dejes
por imposibles.
Echa al lago todos los malos espíritus que llevamos
dentro, pero a nosotros sánanos.
- Señor Jesús, que sepamos enfrentarnos al mal y al
egoísmo con la fuerza del amor y del bien.
Comentarios
Publicar un comentario