Acoger a los profetas y ser profetas
“No desprecian a un profeta más que en su tierra” (Mc 6, 1-6). Jesús recorre los pueblos enseñando, curando. Confía en nosotros, cree en nosotros. Jesús espera que nos fiemos de él. Solo en ese clima de confianza brota la amistad más hermosa con él. La Palabra es don gratuito que debemos cuidar y amar. - Señor, que sea amable y auténtico en el trato. “Abrazad con vuestra sonrisa a los infelices, a los solos, a los preocupados, a los enfermos, a los tristes”. Pidamos al Espíritu que nos ayude a acoger a los profetas y a ser profetas: Envíanos, Espíritu poderoso, el rocío de tu suavidad. Concédenos la plenitud del Amor. Labra el campo de nuestro corazón de carne, endurecido para que reciba y haga fructificar la Palabra. Tu aliento en nosotras hace brotar la bondad, la sabiduría, la fe y la compasión. Tú eres quien consagra a los apóstoles, inspiras a los profetas, instruyes a las mujeres y hombres sabios, haces hablar a los mudos