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Seguir a Jesús es correr la suerte de Jesús



"Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros" (Mt 10, 19-20). 

En medio de las dificultades, 
persecuciones y noches oscuras de la humanidad, 
tu Palabra se nos mete en el alma 
inyectándonos sosiego y grandes esperanzas. 
Se hace consuelo 
y aliento en nuestro caminar de peregrinos. 

¡Ven, Espíritu Santo!

Abre nuestro corazón a la confianza en el Padre. 

“El Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros” 
(Mt 10,20)
¿Qué hacer cuando llega la noche?

¿Se dejará entonces de oír la voz de los creyentes, 
eco de la Palabra hecha humanidad? 
¿Puede anidar en la persecución la esperanza, 
o solo anidarán en ella el odio y la violencia?  
También en el dolor tu Espíritu, 
Señor, está conmigo.

 El hace ligero mi camino 
y “me enseña a no colgar de mi cuello, 
como otros tantos pesos, 
las angustias que me inspira el futuro” 
(Etty Hillerum).

Tu amor levanta toda vida.

¡Gracias, Jesús! 

Seguir a Jesús es correr la suerte de Jesús.
Lo dijo más tarde El mismo: 
“El que quiera seguirme, tome su cruz y sígame”
Un cristiano, 
fiel a su fe, 
es siempre un riesgo:
Para los poderosos.
Para los que no aceptan cambio alguno.
Para los que no se arriesgan a lo nuevo.
Un cristiano, 
que vive su fe y sigue de verdad a Jesús, 
es una semilla 
que pone en peligro de nuestras seguridades.
 
Danos, Señor, 
la confianza en medio de la dificultad.
La permanencia en medio de la persecución.
El aliento en la fragilidad.
Como San Esteban,
como tantos hombres y mujeres
que, en medio de las dificultades
te permanecieron fieles sin negarte.
Sostenidos por tu Espíritu y por los hermanos…
en la esperanza de la resurrección.
Amén.

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