Tu hermano

 


“Reconciliarte con tu hermano” 
 (Mt 5,20-26)

Jesús, en su pedagogía con los discípulos, pasa de una ética de mínimos, exterior y puramente formal, a una ética de máximos, que exige la conversión del corazón. Este cambio radical conlleva el descubrir a un Dios personal y cercano, que busca nuestra felicidad y nuestro amor.

El fragmento del sermón de la Montaña que hoy se proclamará en la liturgia de la Palabra, nos muestra la enseñanza que la conversión cristiana pasa por la reconciliación con los hermanos. Reconciliarse es reconstruir la fraternidad. El abrazo de reconciliación con Dios pasa por el abrazo de reconciliación con el hermano.

Antes de la ofrenda, reconciliación. Una propuesta para que las palabras no sean espadas, no sean dardos contra los otros. Palabras que valoren y cuiden, que acaricien y acompañen.  Generar puentes de encuentro y no muros que separen. Gestos y palabras encaminadas a cuidar al otro, a ayudarle a ser quien está llamado a ser. 


Pecar no es solo “matar a alguien”. Hay muchas formas de ofender. No matarás es el quinto mandamiento. Matar al prójimo es dejar de amarlo. Para Jesús es el primero. Amar a Dios y al prójimo es uno solo. Se mata con la palabra: el insulto y la descalificación. Con las actitudes: poniendo distancia e indiferencia. Con la ingratitud. ¡Da el primer paso para la reconciliación!

La Cuaresma es también el tiempo favorable para ponernos a bien con el hermano, perdonando deudas y ofensas, para poder entrar con Jesucristo en el banquete de su Reino, en la alegría y el gozo de la Pascua.

«Reconcilia, Señor, nuestro corazón.
Que tu música la puedan oír los que están cerca.»

"Vete primero a reconciliarte con tu hermano." Todos guardamos en la memoria heridas, cicatrices y sufrimientos provocados por el trato recibido. Convivir siempre es un reto, se aprende mucho, se ríe más, en momentos se toca el cielo. Pero las relaciones humanas también esconden amenazas, humillaciones, desencuentros. Y sólo hay un camino para que no sea destructiva la convivencia: el perdón. La posibilidad de acoger lo imperfecto y cubrirlo de amor hasta que no duela.

«Vete primero a reconciliarte con tu hermano y entonces vuelve» Somos personas en relación, con Dios y con los hermanos, por ello si no somos capaces de perdonar y pedir perdón rompemos los lazos que nos unen y nuestra vida de sacrificios no sirve para nada, es una vida vacía.

 

Señor pon luz en mi vida,
permíteme acercarme a las personas
y acontecimientos limpiamente, sin juzgarlos.
Recibiendo lo que ofrecen, acogiendo lo que enseñan,
entendiendo lo que dicen.
Libera mi corazón de la sospecha
para que descubra tu verdad y ayúdame a entender
y agradecer que estás presente en todo encuentro,
todo abrazo, todo reconocimiento
y todo gesto de misericordia y perdón
como celebra nuestro mundo.


 

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