Seguía su camino

 


"En verdad os digo que ningún profeta 
es aceptado en su pueblo" 
 (Lc 4,24-30)

Ningún profeta es aceptado en su pueblo. El profetismo es molesto. Incomoda a quienes actúan movidos por el egoísmo, intereses personales, su propio beneficio. Denunciar lo que no está bien. Anunciar esperanza en medio del sufrimiento y la injusticia. Faltan profetas.

La cercanía, el conocimiento próximo suele engendrar prejuicios que hacen imposible la aceptación del Enviado de Dios. Jesús estuvo a punto de ser despeñado por un precipicio: no aceptaban que el hijo de José y María se mostrará como Mesías e Hijo de Dios. Más él siguió su camino

Les cuesta entenderlo. Valoran poco la autoridad que tiene. Su Palabra no les dice nada nuevo. Lo escuchan como alguien del montón. No saben descubrir su peculiaridad. Creen que es un predicador más. Con Jesús pasa lo mismo, puede no ser aceptado por su pueblo pero el mensaje no para, no se detiene. 

"Lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo." Jesús vivió la conflictividad en primera persona. Tuvo fuertes tensiones, incomprensiones, amenazas, violencia verbal y física. Tocó con sus manos la miseria humana y su maldad, pero no afectó a su capacidad de amar y de vivir esperanzado. Que el dolor propio y de los demás no nos deje indiferentes. Sino que nos impulse a amar.

"Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino". Camino de la cruz. El único por el que Dios ha encontrado paso para renovar el corazón del hombre.

Cuando vives con la certeza de caminar en la Verdad, no debe importar lo que los demás puedan decir de ti, lo importante es seguir el camino que nos lleva a mostrar que Él está con nosotros, a pesar de la frialdad del mundo. Dejémosle sitio en nuestro corazón, no interpretemos su mensaje, hagámoslo nuestro, es para nosotros, para todos nosotros.

¿Estamos dispuestos a participar del amor universal y sin distinciones? Jesús nos invita a romper con nuestras barreras. Hoy nos podemos preguntar: ¿quiénes son los excluidos que deberíamos acoger mejor

Ayúdanos a escuchar a tus profetas, 
abre nuestro corazón a la verdad, 
a esa verdad que denuncia lo que no funciona 
y nos abre nuevos horizontes. 
Danos la luz y la fuerza de tu Espíritu, 
para ser profetas humildes y valientes.
 
Señor, que podamos sentir la luz de tu presencia
en el corazón de la vida,
queremos hallarte en lo profundo
de lo cotidiano.
Estás tan cerca que es un error
salir en tu búsqueda, lejos.
Estas presente entre nosotros,
en cada uno, te revelas en todo lo
que nos pasa día a día.
Señor, ya has venido, ya estas viniendo.
Ahora solo nos falta ver.
Sabemos que te estas revelando siempre,
en cada sonrisa, en cada problema.
Ábrenos, Señor, el oído,
como una antena abierta,
para escuchar tu latido,
repetido en cada ser humano,
sobre todos en los más pobres
y oprimidos y sepamos encontrarte.

 
 
 

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