De la mano
A Jesús le llevan un ciego. La iniciativa es de otros. Él se deja llevar e interviene cuando se le pregunta. Su primera visión no es clara, después verá bien. Ser conscientes de nuestras cegueras. De la necesidad de ser curados. De nuestras resistencias para ver.
Jesús que es la luz ante uno que no ve. Se lo presentan y él actúa. Resulta inesperado el procedimiento usado por Jesús: Jesús coge a un ciego le saco de la aldea y “llevándolo de la mano”, lo unto con saliva en los ojos, recupera la visión gradualmente. Lo cura, le abre los ojos, ve, algo ha cambiado para siempre, se ha llenado su vida de luz, no es el mismo, está con Jesús, su visión cambia, primero ve hombres que parecen árboles, luego ve con claridad. La fe en Jesús pasa por un proceso semejante.
Nos alejas de quien hace daño. Señor Jesús, que nos alejas de los malos rollos y nos llevas de tu mano para salvarnos, te damos gracias.
Te conmueve nuestra oscuridad y ceguera. Nos coges de la mano y nos limpias la mirada. Nos quieres limpios de corazón para poder descubrir la presencia de Dios en todo lo que vivimos. Y no es a la primera que sale el milagro. Necesitamos constancia, insistencia, deseo real de salir de las tinieblas y pasar al Reino de la luz, donde la fe nos permite ver todo como Dios lo ve.Vivir en gracia, es vivir en la luz, y transmitir luz. Felices los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de la luz. Que la gracia, nos impulse a ser sembradores de paz.
Dejemos que Él nos coja de la mano, ponga sus manos en nuestro ojos, haga que nuestro corazón miré más allá de la apariencias... para descubrir a nuestro lado un prójimo necesitado de pararse, de compartir, de dar.
Estoy al borde del camino. Jesús, toca mis ojos para que aprenda a mirar la vida con la luz del Evangelio. Limpia mis ojos para verte, abre mis oídos a tu palabra; y si aun así mis pies se quedan quietos, empújame, Señor, quiero caminar contigo.
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