¡Ábrete!
«Todo lo ha hecho bien:
hace oír a los sordos y hablar
a los mudos».
(Mc 7, 31-37).
El frío grita desde la calle, grita desde las fronteras, grita desde
los mares.
¿Seremos capaces de oír esos gritos desgarrados de hermanos?
¿Comenzará a darse en nosotros un abrirse, un despertar de nuestras
inconscientes e interesadas sorderas?
Jesús recorre los caminos anunciando el Reino de Dios.
Lucha contra el
mal y el sufrimiento humano, se compadece de todos los que están aquejados de
dolencias, enfermedades, limitaciones.
Nada humano le es ajeno.
-"Effetá", esto es: "Ábrete."
El mandato de Jesús se dirige también a nosotros.
Sordos por culpa del cúmulo insoportable de palabras inútiles.
Mudos incapaces de pronunciar palabras, tiernas, humanizadoras, de
aliento.
¡Cuánto necesitamos de una auténtica comunicación!
Que tu Palabra ”Effetá”, despierte en mí la alabanza y
me ponga en camino hacia el Reino.
San Juan Pablo II decía:
“No tengáis miedo de acoger a Cristo ni de aceptar su
poder.
No tengáis miedo.
Abrid de par en par las puertas a Cristo…
Cristo sabe lo que hay dentro del hombre.
Solo Él lo sabe…
Con gran frecuencia el hombre no sabe hoy lo que lleva
dentro, en el fondo de su ánimo, en su corazón…
Permitid a Cristo hablar al hombre.
Solo Él tiene
palabras de vida, sí, de vida eterna”.
Señor, quiero presentarte hoy, a todos los sordos que
hay en los hogares.
Quiero presentarte hoy, a todos los sordos insensibles a las necesidades de los demás.
Señor, quiero presentarte hoy, a todos los sordos que llenan nuestras Iglesias.
Quiero presentarte hoy, a todos los sordos a tu palabra.
Quiero presentarte hoy, a todos los sordos insensibles a las necesidades de los demás.
Señor, quiero presentarte hoy, a todos los sordos que llenan nuestras Iglesias.
Quiero presentarte hoy, a todos los sordos a tu palabra.
Y te pido que también en mi Iglesia hagamos hablar a
todos.
Que todos escuchen ese “Effetá”.
Que así como tu nos escuchas a todos, también en la Iglesia podamos escuchar y escucharnos todos,
Que también hoy tú metas tus dedos en nuestros oídos
Que así como tu nos escuchas a todos, también en la Iglesia podamos escuchar y escucharnos todos,
Que también hoy tú metas tus dedos en nuestros oídos
y pongas tu saliva en
nuestras lenguas.
Pero en la de todos.
Que tú seas hoy el otorrino que nos hace
escuchar o hablar
en esta mi Iglesia de sordos y de mudos.
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