El discurso de despedida está lleno de ternura. Jesús intenta convencer a sus discípulos que su vuelta al Padre realmente les conviene. Así podrá enviarles desde el Padre al Espíritu Santo. Con él, con su auxilio y proyección comienza la singladura de la barca de Pedro.
"La tristeza os ha llenado el corazón."(Jn 16,5-11). Hay momentos en la vida, que la tristeza es compañera de camino. El corazón, como la mente, como el cuerpo, se llenan de lo que entienden, piensan y sienten. Jesús ha compartido la tristeza. ¿Por qué lloras? Hay que pedir luz para descubrir el origen de lo que sentimos. Y sobre todo recordar, hacer memoria de quienes somos, y de quien acompaña nuestra vida. Es saludable acoger las tristezas y reconocer que no somos la fuente de la alegría. La recibimos de Otro. Nuestra tristeza se convierte en gozo cuando nos descubrimos habitados y acompañados.
Oh Espíritu Santo, dulce huésped del alma,
“Si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito” Cuando Jesús se va y parece que ya no puede darles nada, les da el regalo mejor: el Espíritu Defensor. El Espíritu, que les va a acompañar en el camino de la alegría, de la experiencia de Dios en lo más profundo de sí mismos. Él va a transformar su miedo en valiente testimonio.
Sabed que no nos quedamos solos, que la misión que tenemos la podemos llevar a cabo por dos cosas fundamentales, por ser comunidad y porque la sabiduría de Dios nos fortalece para que sepamos llevar a cabo la tarea evangelizadora.
Él paráclito viene cuando Jesús se va. Él nos lo envía. Nos mostrará el pecado que es no creer. La la falta de fe nos aleja de Dios, de su verdad, su bien y su belleza. Nos invita a vivir en la justicia. Nos regala la esperanza de que el mal no triunfa
La venida del Paráclito es una promesa, y Él cumple las promesas. El Paráclito es el Espíritu Santo que está en cada uno de nosotros. El que consuela, acompaña, da fuerza y vida. Es la presencia de Dios en medio del mundo. Es Dios aquí y ahora, en mi vida y conmigo.
Ha venido el Paráclito y estamos consolados por Dios, acompañados y amados cada día, es el Amor de Dios, dador de vida, hecho realidad en medio del mundo.
PEDIMOS EL ESPÍRITU
Querido Jesús: nos enseñaste con palabras y con tu ejemplo cuál es la misión y el objetivo de la Iglesia, tu pueblo, para que ella sea, en medio de la humanidad, la gran manifestación de la presencia de Dios Salvador, sin tener en cuenta la raza, el color o la cultura de cada pueblo, pues todos por igual estamos llamados a participar del Reino.
Por eso le pedimos a Dios, por tu intermedio, que toda la Iglesia, como esta comunidad, sepa hacerse todo para todos a fin de que la buena noticia sea divulgada y conocida por todos los que buscan la verdad con sincero corazón.
Te pedimos que envíes tu Santo Espíritu como lo enviaste sobre los Apóstoles en Pentecostés para que no solo vivamos conforme a tu Palabra sino también para que seamos una comunidad misionera.
Comentarios
Publicar un comentario