Seguir tus pasos

 


“Venid y seguidme”  
 (Mt 4,19) 

 

Jesús siempre está llamando. Su llamada convierte a cada persona en única, irrepetible, nueva, santa.  

Hoy, Fiesta de San Andrés, Apóstol . El Señor nos dice: Sígueme. No te preocupes. Conozco tu debilidad. Cuento con ella para hacer grandes cosas. Tú solo, sígueme. Yo haré el resto.

San Andrés encuentra en Jesús el camino hacia la vida

Sorprende la prontitud de los primeros discípulos en seguirles: "Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron".

Decir prontitud significa desprendimiento de todo lo que puede retrasar el paso hacia Jesús, sobre todo de aquello que, en cierto modo, podría despistarnos del camino emprendido.

Decir prontitud es reconocer colmada la esperanza y los anhelos más profundos en la persona de Jesús, es tener la firme voluntad de establecer un atraque fuerte y decisivo en Jesús, único fin de nuestra propia vida, único destinatario de nuestro propio amor.

Decir prontitud suena a radicalidad evangélica, con ella, todo resulta bello, y ligero al final, sin ella, todo resultaría fatigoso e insoportable en cada instante.



Junto al mar de Galilea, Jesús pasa.

Por el trabajo diario, Jesús pasa.

En medio de unas copas, Jesús pasa.

Entre pucheros, Jesús pasa.

Al lado del semáforo, Jesús pasa.

En la discusión con tu pareja, Jesús pasa.

Sólo en la vida Jesús pasa.

Se queda si quieres

Cada día, el Señor Jesús pasa a nuestro lado a través de personas y acontecimientos... Y cada día, nos invita a seguirlo, dejando a un lado nuestras "redes", y nos da su Espíritu, para que nos pongamos en camino hacia nuestros hermanos.

Con el barro que somos, Tú haces maravillas.

Nos rescatas del polvo para darnos vida.

Encontrarse contigo, es nacer de nuevo.

Contigo todo cambia.

La noche se hace luz de mediodía.

Madre y protectora de nuestra llamada

¡Alienta nuestra misión!

 


 

Pescadores

Pescaremos alguna que otra decepción,
unos cuantos berrinches y muchas noches en vela.
Pescaremos un constipado, de noche,
y una insolación, de día.
En la red recogeremos lágrimas vertidas,
vestigio de tantos sueños rotos.
Se nos enredará la pesca
con restos de algún naufragio.

Y aun así, seguiremos.
Nadie dijo que fuera fácil,
pero merece la pena el esfuerzo,
porque en la labor diaria
también nos haremos con pesca abundante
que ha de llenar muchos estómagos.
Alzaremos la red cargada de preguntas
que indican que estamos muy vivos.
Volcaremos la carga en la cubierta de los días,
y descubriremos, en ella,
anhelos, sueños, risas, memorias, proyectos.
Somos pescadores de hombres,
exploradores de fronteras,
aventureros de evangelio,
compañeros de fatigas alrededor de una mesa.
Y amigos del Amigo que nos convoca
para reponer las fuerzas,
y nos envía, de nuevo, a la brega.


(José María Rodríguez Olaizola)



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