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Pasó Jesús junto a él






“Y dijo que era Jesús quien lo había sanado” (Jn 5,15)  


Era un inválido y no sabía ni hablar.

Con el paso de los años le había invadido una dañina tristeza y un hondo pesimismo.

No tenía palabra.

Pero pasó Jesús junto a él y lo sanó.

Acércate a Jesús.

Él te infunde ánimo.

Te ayuda a ponerte de pie.

Te invita a dejar la camilla.

Te libera de los miedos.

Acércate.   


Tú, Jesús, estás cerca.

Cuidas nuestra fragilidad y nos invitas a cuidar a los más débiles.

No quieres que miremos para otra parte.

Junto a los pobres acontece el milagro de la vida.
 

De nuevo Jesús vuelve a la raíz de las normas y restablece el sentido que las origina: el sábado tenía como finalidad dedicar un día a Dios.

Los trabajos o el movimiento podían distraer de esta finalidad, pero la verdadera invalidez de la que nos cura Jesús es la de la inmovilidad espiritual.

Nuestra insolidaridad, nuestro egoísmo, nos vuelven paralíticos.

Ponte en marcha, camina y da el primer paso.

La desgana, la falta de ilusión que van reduciendo nuestra vida espiritual a dejar pasar el tiempo.

. Señor, cuando comprendo que tu amor es ante todo perdón, mi corazón cambia.
 
 Gracias por la piscina de tu Amor infinito que me cura, me lava y me sana.

Gracias por fortalecerme para cargar con la camilla de mi pequeñez y mi pobreza, por haberme enseñado a caminar con ella.

Dame generosidad y amor para llevar a otros a la piscina de tu Corazón y zambullirlos allí. 
Amén.

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