Ir al contenido principal

Abre nuestro corazón.




“Había un hombre rico... y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal…
 Si no escuchan a Moisés y a los profetas, 
no harán caso ni aunque resucite un muerto» 
 (Lc 16,19-20. 31)   

La riqueza para los judíos era don de Dios. 
Ser rico no es malo. 
Lo malo es enriquecerse con la pobreza de otros. 
Los dones siempre son para compartir. 
Acumular mientras a nuestro lado hay gente que no llega a fin de mes, es ser «un Epulón». 
El mensaje del evangelio es claro: el sufrimiento del pobre llega a Dios Dios hará justicia. 
Tal vez la crisis ha dejado claro que quien tenía responsabilidad, la ha ejercido en su favor.

Pobres y ricos. Ricos y pobres. 
¿Unos sufren y otros disfrutan? 
Mira bien: ¿cuál es la verdadera diferencia?

¿Confías en Dios o en las riquezas del mundo?
  • Señor, que no siga el camino de los que adoran el dinero.

Muchos mendigos y pocos ricos. 
Pueblos con todo, pueblos con casi nada. 
¡Un escándalo! 

“El verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. 
La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios” (Papa Francisco). 

“Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano”.  
Despiértanos, Jesús. 
Abre nuestro corazón. 

Señor: Sé que no me impides tener, pero sí que sea insensible.
Señor: Sé que no es malo poder vestir y comer bien, pero sí ser indiferentes ante los que visten andrajos y comen lo que encuentran en basureros.
Señor: Yo te pido derribes el portal que me separa de mis hermanos y me impide ver su realidad.
Señor: No te pido envíes alguien del más allá, sino que sepa escuchar a los que me rodean.

Señor: que cada pobre que veo toque mi corazón.
Señor: que cada mal que encontramos en el camino, toque a nuestra puerta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...