"Sí"
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». (Lc 1,26-38).
Tres palabras señalan el contenido profundo de lo que Dios hace en María. “¡Alégrate!” La alegría de Dios toca lo más íntimo de su ser. “¡Llena eres de gracia!” El nombre nuevo que refleja plenitud de amor. “¡El Señor está contigo!” Dios se pone al lado de María. Dios, al amar, se compromete. El Dios que elige, también ayuda; no llama a nadie para el fracaso.
Cada día podemos oír la misma Palabra. Siempre hay razones para la alegría. Es la cercanía del Señor lo que garantiza que nuestra existencia tenga sentido. No porque moralicemos la realidad entre lo "bueno" o lo "malo". Sino porque su gracia es la que cada día descubrimos como operante, creadora, sanadora. La gracia de Dios es la fuente de la gratuidad, de la generosidad, de la compasión. Es la gracia desbordante lo que hizo que María fuera a ver a su prima Isabel.
Contigo decimos a Dios:
¡Hágase en mí!,
¡Aquí está mi vida!
«Hágase en mí según tu palabra» La confianza plena se da al vivir en la presencia de aquel que mucho nos pide, pero a la vez está a nuestro lado, nos acompaña en la adversidad y comparte nuestra alegría cuando nos damos cuenta que no hay mayor gozo que cumplir su voluntad.
Un signo que hoy sigue siendo de contradicción, de desprecio y hasta de burla: ¡una virgen embarazada! En la cercanía de la Navidad ... ¿he tenido tiempo de silencio y de calma para escuchar la voz de Dios?
María se hace esclava en la libertad que le da la Palabra de Dios. Rechaza todo protagonismo e iniciativa, y responde con dudas a la propuesta de Dios. En la fe hay más incertidumbre que seguridad. Más riesgos que certezas. Pero Dios no se deja ganar en generosidad.
El "sí" de María a los planes de Dios sigue siendo objeto de nuestra admiración y nuestra alegría. El Dios omnipotente pendiente de la decisión de la Virgen nazarena. Ella es humilde y siempre confiada de su buen Dios. Ni tiene ni quiere nada para sí, pues todo es de su Señor.
Su sí lo cambió todo. Ella, elegida por Dios, le dijo sí a Él y toda la humanidad. Ella se creyó la promesa al decir que sí y su vida se llenó de Dios. Su sí, unido a la fuerza de Dios, transformó todo lo que había ocurrido hasta ese momento en la relación de Dios. Dijo sí a ser Madre de un Niño y supo hacer del imposible algo único y maravilloso porque lo puso en manos de Dios, para Él nada hay imposible.
Hacer la voluntad de Dios no siempre es fácil. Usualmente tenemos nuestros propios planes para nuestra vida, y es bueno tenerlos; pero nunca ajenos a nuestra relación con Dios. María ayúdanos decir “si” a Dios.
Jesucristo, Señor nuestro, tú eres el Buen Pastor, que nos conoce y nos llama, tu voz es la llave que abre y libera cerraduras y cadenas de nuestra vida, ... ¡Ven pronto!, y danos la libertad de vida y gracia.
Ven Señor Jesús, que tu palabra, se haga carne de mi carne, razón en mis pensamientos, color de mis sentimientos.
Ven Señor Jesús, para que se haga en mí tu Palabra y pueda escucharla con los oídos del alma, tocarla con mis manos en el dolor de los demás, contemplarla con los ojos del asombro, y vivirla con fidelidad cotidiana.
Haz de nosotros lo que Tú quieras, Señor; que nosotros queremos ser como María. Pero, aunque pretendemos darte un sí, a veces el miedo nos frena, en otras ocasiones estamos inseguros, también nos dejamos llevar por la comodidad o por lo que hace la mayoría y nos escapamos de tu camino. Pero queremos decirte un sí rotundo: a tu forma de tratar a la gente, a tu sensibilidad para todos, a tu sencillez más total, a tu manera de servir, a intentar ser los últimos, a cuidar a los más frágiles, a levantar a los caídos, a liberar a los angustiados, a poner alegría en los desanimados, a ilusionar a los deprimidos, a curar a nuestros enfermos, a jugar como los niños y a cuidar la amistad contigo. Señor, de verdad que sí, que queremos ser de los tuyos, que intentamos vivir a tu manera, aunque demasiadas veces se nos olvida. Llévanos fuerte de tu mano y ayúdanos a sentir la alegría de quienes se dejan amar y guiar por Ti .
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