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Esperaré

 

«¿Entonces, qué debemos hacer?»
 
(Lc 3,10-18).

"La alegría de Dios es la alegría de la entrega, de la generosidad"

¡Hoy celebramos el Tercer Domingo de Adviento o Domingo de Gaudete!  Un día lleno de esperanza y alegría en medio de la espera, recordándonos que la luz de Cristo está cada vez más cerca.  ¡Es tiempo de llenar nuestros corazones de paz, esperanza y amor! Que se nos acerca el Salvador.


Hoy el Adviento nos habla de alegría. No de cualquier júbilo facilón y efímero. No de diversión por decreto o sonrisa obligada. Es algo mucho más profundo, que tiene que ver con saber quién eres, y cuál es tu lugar en el mundo... La palabra  'alegría' que da la esperanza cierta, la que adelanta el gozo de un encuentro definitivo, la que llena el corazón al sabernos queridos, la que no es pasajera porque Él se queda, la que se comparte con los otros para anunciar su venida, estemos alegres

La llamada a  la conversión es para todos. Cristo no excluye a nadie. Siempre tiene las puertas abiertas. Con mi edad, en mi situación, en este lugar ... ¿a qué me llama hoy el Señor?


«¿Entonces, qué debemos hacer?»
Es la pregunta inevitable ante la venida del Salvador. La misma pregunta que le hicieron a Juan el Bautista. Él respondió: compartir, no exijáis, no extorsionéis. Es decir, ESPERAR estando atentos a los necesitados, pacientes con los demás y en el respeto a sus vidas y sus cosas. Que a estas alturas de la vida nos sigamos haciendo estás preguntas es una bendición. No hay nada peor que vivir por inercias. Cada día podemos preguntar a Dios: ¿Qué quieres de mí? Es el reconocimiento de que queremos hacer su voluntad. Desde la confianza de que nadie que confía en Él queda defraudado. Si no intentamos vivir de cara a Dios el que gobierna nuestra vida es el "ego", el interés, la soberbia.


Podemos hacer que el Reino de Dios sea visible en el mundo. Juan nos da tres claves. La primera, compartir los bienes que tenemos. La segunda, ser justos con los demás. La tercera, no ambicionar ni en poder ni en tener. Tres actitudes que hacen brotar la alegría

Lo definitivo es 'Dios-con-nosotros' para siempre. No dejemos que pase de largo este encuentro. Está cerca, muy cerca. Dejemos el miedo atrás, pongámonos en camino, soltemos lo que no nos deja ser felices, lo que no le deja sitio a Él. Hagamos de nuestro corazón portal abierto y no posada llena de cosas y cerrada. ¿Qué hacer? Esperarle con verdadero deseo.

Esperaré

Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera
con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte
la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios.
Esperaré a que llegue
lo que no sé y me sorprenda
Pero vaciaré mi casa
de todo lo enquistado.
Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento
se abrirán a la esperanza.


(Benjamín G. Buelta, SJ)


 

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