"Si quieres..."
La mayoría de nosotros sentimos compasión por aquellas personas que atraviesan circunstancias difíciles en sus vidas.
Jesús supo dar un paso más. Supo vivir atento a las necesidades grandes de los que le rodearon y también a las necesidades chicas. Haciendo siempre lo que estuvo en su mano por adelantarse tanto a las unas como a las otras.
Se acerca a Jesús un leproso. Una persona que vive marginada, excluida, condenada a vivir lejos de los demás. Le suplica a Jesús que lo limpie. Jesús se compadece, se deja afectar por ese sufrimiento. Extiende la mano y lo toca. El hombre recupera sus relaciones.
"Si quieres, puedes limpiarme". Ven a sanarme todo lo que nubla mi mirada y mi corazón. Ven y sana nuestro mundo.
Jesús atiende el pedido del leproso y lo cura, en cuerpo y alma.
¡Vayamos con humildad al encuentro del Señor!
"Quiero, queda limpio". Conozco tus problemas, dificultades, enfermedades, preocupaciones... Por eso, porque te quiero, toma mi mano y queda limpio... Si eso es lo que quieres, queda sano, y ponte en camino.
“Cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho”. Hoy el Evangelio nos enseña a pedir bien, como el leproso: pedir siempre con humildad, con confianza y con agradecimiento.
Con-tacto
Si quieres, me
limpiarás:
mi búsqueda de aprobación,
mis miedos camuflados,
mis quejas sin ton ni son,
mi mezquindad a lo creado,
a los hermanos y al Creador.
Si me tocas, podré tocar:
las heridas sin asco,
la carne triturada por el dolor,
la piel radiante acariciada por el amor,
las fragilidades rotas,
los ‘no’ propios y ajenos,
los ‘sí’ generosos y envueltos en pasión,
la vida como viene,
lo que sueñes para mí, para otros, para todos.
Si lo quieres tú, también, lo quiero yo.
(Malvi Baldellou)
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