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6 tinajas

 

"Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; 
tú en cambio has guardado 
el vino bueno hasta ahora". 
(Jn 2,1-11)

El primer signo que Jesús realiza no es una curación extraordinaria o un prodigio en el templo de Jerusalén, sino un gesto que sale al encuentro de una necesidad simple y concreta de gente común. Dios ama actuar así.

María, Jesús y sus discípulos son invitados a una boda. En la celebración falta el vino. María se da cuenta y se lo dice a Jesús. 


“Haced lo que Él os diga”. Son palabras cruciales de la madre de Jesús. Ella es intermediaria entre Jesús y los invitados. Ella está atenta a todos y sabe de quién fiarse y a quién acudir. Sus pasos se encaminan a Jesús, el único que nos trae la salvación.

Seis tinajas de agua de cien litros cada una, se convierten en vino. El derroche de la alegría que sólo Dios puede darnos.

 Es muy esperanzador vivir sabiendo que lo mejor de nuestra vida está por venir. El vino bueno es ahora, hoy, aquí, con estos que forman mi paisaje humano. Ni el pasado ni el futuro. El vino que alegra y embriaga es vivir hoy, solo por hoy.

Caná

Haced lo que él os diga
y convertiréis
el pozo gris en puerta de color,
el rescoldo en hoguera,
el balbuceo en canto,
la borrasca en fiesta.

Haced lo que él os diga,
o, mejor aún, lo que él haga.

No os conforméis
con el sí de los borregos,
el quizás de los vacilantes,
o el no de los descontentos.
Vuestro sí ha de ser pasión.
Vuestra duda, compromiso.
Vuestra negación, profecía.

Llenad con agua las tinas
que han de saciar la sed
de este mundo desquiciado.
Que se convierta en vino
de locura para los aburridos,
cordura para los exaltados,
seguridad para los afligidos,
vacilación para los arrogantes.

Brindaremos, al fin,
en la mesa de todos,
que el mismo Dios prepara
desde que encendió la luz
por vez primera.


(José María R. Olaizola, sj)

 



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