Al Niño de Belén

¡Ay Niño de Belén, larga es nuestra espera, y estamos cansados de nuestra situación, e incluso cansados de nosotros mismos!
Buscamos de todo, menos a Ti, nos apegamos a todo, menos a Ti,
Escuchamos todo menos Tu voz.... estamos aturdidos por los hermosos discursos y promesas. Las lágrimas de las viudas y de los niños se mezclan con el ruido de los cañones y las ametralladoras, nos parten el corazón y rompen el silencio de la Gruta y del Pesebre…
¡Tenemos tanta necesidad de calma, de silencio!
Tenemos una gran necesidad de paz, es cierto, pero sobre todo necesitamos de infancia y de inocencia.
¡Tú, el Pobre, a pesar de tu pequeñez, debilidad y pobreza, eres el único capaz de darnos lo que nos falta!
¡Oh Niño de Belén, ven para que la fiesta sea más fiesta!
¡Bienvenido seas Tú!, que nos enseñas que el amor es un martirio continuo, y que el martirio del amor, de la paz y de la justicia no morirá jamás;
¡Bienvenido seas Tú! que nos recuerdas que la riqueza está en el don y en la reconciliación, que la grandeza reside en la humildad y la dulzura;
¡Bienvenido seas Tú! que nos recuerdas por tu Nacimiento y tu Muerte que el amor sólo construye, y que su fuerza es más potente que todo porque se hace comida para los hambrientos, vestido para los que están desnudos y mano tendida a todos los hombres que cura y reconcilia, lejos de las divisiones, de las cercados y del odio.
En esta Noche bendita, lanzamos a las naciones, a los individuos y a las familias un llamamiento al perdón.
Y que Dios, que perdona nuestros pecados, nos de el ánimo, la fuerza y el amor de perdonar a los que nos han ofendido.
¡La Paz sea sobre Belén y sobre todos los habitantes de Tierra Santa!
¡La Paz esté sobre todos los peregrinos y visitantes!
¡La Paz esté sobre todos aquellos que buscan la paz!
Patriarca Fouad Twal

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