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Envíame

 


“Estad alegres 
porque vuestros nombres 
están inscritos en el cielo”. 
(Lc 10,1-12.17-20).

No son pocos los que consideran aún que la fe cristiana es inmovilismo, inacción y falta de compromiso. Pero es lo contrario: supone romper con las parálisis para ponerse en camino de vivir una aventura sorprendente según el dinamismo del amor de Dios. Eso sí, caminando juntos.

 

La mies es abundante y los obreros pocos, rogad” Es así…cada vez hay menos vocaciones a la vida religiosa, a la vida sacerdotal, a la vida de los laicos cristianos comprometidos de verdad…tú eres el dueño de la mies, y tú sabes lo que hay…confío plenamente en ti, y no me preocupa el futuro. Busquemos tu reino cada día, y lo demás nos lo darás por añadidura. Sea lo que sea, gracias. 

“La mies es abundante y los obreros pocos”. Estamos llamados a anunciar.  ¡Nos ponemos en camino! Es nuestra misión. Enviados a caminar, a anunciar, a seguirle. No sirve sólo decir, se necesitan gestos, detalles, compromisos que lo anuncien, que provoquen en los que se encuentran con nosotros el deseo que descubrirlo, de encontrarse con Él. Con palabras y gestos. Palabras que hablen de Él y le muestren con verdad. Gestos que le hagan presente, curar, cuidar, austeridad, ser hombres y mujeres de paz. Que nuestras palabras y gestos no le escondan. ¡Pongámonos en camino! Somos hombres y mujeres de encuentro, como Él lo es con todos los hombres y mujeres de este mundo. Nos ponemos en camino, tenemos una misión, Él nos envía. Respondamos.


Ponerse en camino, es salir de la comodidad, las seguridades, del círculo del miedo. Dejar que el Señor nos reinvente, nos hagas imaginativos en la misión y nos regale la fidelidad creativa. Enviados de un mensaje que no es nuestro y es para todos, todos y todos.

 
 
 
 
 
 
Sigues enviándonos hoy. 
Como corderos en medio de lobos. 
Con la paz por bandera. 
Para llevar tu buena noticia. 
Señor, hazme instrumento de tu paz 
y mensajero fiel de tu amor en el mundo.
 


Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo".
Alegrémonos porque nuestros nombres, nuestras vidas, toda nuestra historia está grabada a fuego en el corazón de Dios. Nos cuesta creerlo, pero saber que Dios nos pensó a cada uno, como somos, con las luces y las sombras, y que nos ama eternamente, le da un valor a nuestra vida total. El Reino es creerlo, y ayudar a otros a qué lo crean. Es vivir como enviados a dar ese amor a cada persona con la que nos encontremos. Seamos misioneros con gestos y palabras que ayuden a que cada persona pueda sentirse en casa.

«Envíame»

Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un 'no' por respuesta

Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.
Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.

@jmolaizola

 

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