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Mostrando entradas de febrero, 2025

De dos hace uno

  "Serán los dos una sola carne."   (Mc 10,1-12). La indiferencia, que es generada por el corazón duro y lo retroalimenta, hace que la mirada sea fría, falta de compromiso y vacía de fraternidad. 'Pasar' del otro es una de las acciones de un corazón duro, de piedra.  La propuesta es cambiar el corazón, que sea sensible, de carne, que sienta y ame, que cuide y goce, que llore y ría... para descubrir que el otro es mi hermano. El sueño de Dios con el matrimonio y con todas las relaciones personales es de comunión. Las personas estamos llamadas a encontrarnos. Y fruto de ese encuentro, crecer, ayudarnos, cuidarnos. Ser fecundos y que la vida mejore para todos, aprendiendo juntos. Son los miedos, las luchas de poder, la incomunicación, las expectativas defraudadas lo que va gastando y erosionando el amor. Cuando repudiamos a alguien vivimos el fracaso del amor. «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» El matrimonio no sólo es la unión de dos ...

Con autenticidad

  “El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa”     (Mc9,41-50).     Un vaso de agua, pequeña ayuda pero tan necesaria para el que va de camino llevando el Evangelio de Jesús. La ayuda a los ojos del Señor siempre es valiosa, merecedora de estima y premio: Una buena llamada a romper la propia autosuficiencia para mirar la necesidad de los demás. La misericordia de Jesús te ofrece un tiempo nuevo para que puedan germinar en ti la paz y la fraternidad. La última palabra la tiene la misericordia. La última palabra la tiene el amor. Interésate por las personas: que vivan en plenitud y sean felices. Esa es la mejor forma de dar agua. Cada día me acerco a tu fuente para aprender a amar. Tu Espíritu me acompaña. Ofrezco el vaso del agua para que beban  los que tienen sed de ti.  Me abro confiado a tu amor,  regalo la sonrisa que brota del encuentro contigo. Jesús nos advierte sobr...

De los nuestros.

  "El que no está contra nosotros está a favor nuestro."   (Mc 9,38-40).   Qué manía tenemos de crear bandos opuestos y enfrentados. Por las cosas más nimias establecemos diferencias entre ellos y nosotros. A Jesús también llegó este deseo de sus discípulos: uno que "curaba en tu nombre y se lo hemos querido impedir". No se lo impidáis, responde Jesús. No estar de nuestra parte, no venir con nosotros o no ser de los nuestros, son expresiones sectarias, de grupos cerrados y excluyentes. Jesús rompe esas cadenas de afinidad, de favoritismos. Apela a la autenticidad de las relaciones y a la comunión. Sin contrarios. ¿Por qué nos tememos tanto? ¿De dónde nos nace este afán por dividir y trazar fronteras, cuando lo nuevo de Dios es la comunión? “Necesitamos recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente, amoldándose al momento presente y dejándose satisface...