Lo impuro
(Mc 7, 14-23).
Jesús sigue enseñando. Pide escucha y entendimiento. Nada de lo que entra de fuera hace al hombre impuro. Lo que sale de dentro es lo que hay que purificar. Y enumera doce maldades. Una oportunidad que hoy nos ofrece la Palabra de Dios para limpiarnos impurezas.
No se ha equivocado Dios con su creación. "Y vio Dios que todo era bueno". De las manos de Dios todo salió bien. Ha sido el uso y abuso, la malversación, el fraude, lo que ha convertido el Cosmos en Caos. Es dentro del ser humano donde el amor deja paso al odio, o la exigencia a la gratitud.
Llenemos el corazón de la ternura suficiente para que nuestras palabras y gestos no destruyan, distancien o enfaden, sino que sean verdaderos puentes de encuentro y abrazos que restauran.
Lo que uno tiene dentro, eso es lo que realmente cuenta.
"Lo
que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre"
Si alimentamos la ira, el rencor, la falta de perdón y todo
lo guardamos dentro cuando actuemos solo nos saldrá el rechazo del otro. De
ahí, que en un mundo de escaparate aprendamos a cuidarnos también por
dentro.
No sale de dentro más que lo que está en el interior. No sentimos, pensamos o hacemos nada que no tengamos dentro
de nosotros. Lo bueno y lo malo. Lo puro y lo impuro. El bien y el mal nos habitan. ¿A qué le damos hospedaje en nuestro corazón?
"Del corazón sale lo impuro". ¿Necesitas un lifting, botox, hidratación, limpieza... para el corazón? Santa Clara te da la solución: "mírate diariamente ante el espejo de Cristo". En Él verás lo que necesitas cambiar.
Elijamos bien a la hora de llenar el corazón, que se llene de nombres que dejan huella, que acarician, que enseñan. Que se llene de detalles de amor, de caricias sinceras, de momentos inolvidables...
Nada externo nos puede separar del amor de Dios. Del corazón habitado por Jesús sale todo lo bueno. Dios nos ama y nos invita a amar. El amor es la raíz de nuestras obras. El amor concreto es la mejor y mayor energía que tenemos para cuidad la vida, para tejer la fraternidad, para construir la nueva humanidad.
Lo que realmente importa, es lo que se lleva en el corazón.
Pedir: "oh Dios crea en mí un corazón puro", es el primer
paso para una vida sincera, te vean o no te vean, siempre serás: Hijo de Dios.
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