En los pequeños
El Reino de Dios es para los que tienen el corazón puro, para los frágiles y necesitados.
El Reino no se arrebata como un guerrero, sino que se acoge como un niño.
Los niños no tenían importancia en la sociedad. Eran inmaduros, dependientes, necesitados, traviesos y molestos. Jesús los pone como ejemplo de sencillez, confianza, abandono, transparencia. Es la invitación a vivir como niños, la que nos acerca a Él.
Vuelve a dibujar la sonrisa de la infancia, y la transparencia en la mirada, para ser llamado Hijo de la Luz.
Volver una y otra vez a la infancia, al sentirnos niños. Despojarnos de la seguridad que nos da la experiencia. Activar el asombro, la ilusión, la sorpresa. Vivir con inocencia la relación con los demás. Creer en la bondad del otro. Convertir la vida en un apasionante viaje que recorremos con los ojos bien abiertos. Esa es la invitación que nos hace Jesús.
Las cosas bellas empiezan a nacer en el corazón de un niño. El don de Jesús se convierte en ellos en una fuente de gracia para todos. Acércate a los pequeños, míralos con cariño. Poco a poco te descubrirás tu propio rostro.
Ando buscando tu rostro, Señor. Y Tú te escondes en los pequeños. Enséñame a recorrer los caminos de la infancia confiadamente
En estos días de guerra, de víctimas inocentes... al escuchar este Evangelio escuchamos también el llanto de los niños ucranianos, el grito de sus madres, el silencio atronador del miedo de ambos
Quiero correr hacia Ti con absoluta confianza y acurrucarme en tu corazón, como un niño, que busca a su madre tras darse un susto. Quiero mirarte a los ojos amorosos y descansar en paz.
Pidamos al Señor no quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino ser capaces de abrirnos a las riquezas del reino de Dios.
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