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Tú no morirás



«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado» (Jn 11, 1-45)

Dios se hace hombre, ama nuestra condición también en esta debilidad  de hoy. No es momento de reproches como Marta, es momento de vivir unidos como esas hermanas que esperan que su Amigo les ayude.

El que cree en Jesús y lo acepta como Señor y Salvador ha pasado ya de la muerte a la vida, pues tiene dentro de sí la Vida eterna, el amor de Dios, que destruye el pecado y la muerte, nos libera y nos invita a salir al encuentro del otro.




















Frente a la cultura de la muerte, es urgente que los cristianos luchemos, trabajemos, construyamos con nuestra vida, otra cultura de la Vida, mostrando que nuestra fe es una opción radical por la vida y la dignidad humanas
También en momentos de incertidumbre, enfermedad y dolor podemos encontrar signos de esperanza...  ¡No decaigas!


Yo abriré sus sepulcros, pueblo mío,
que no puedo soportar sus tristezas;
yo bajaré a los infiernos de la angustia
y lloraré con ustedes sus penas,
y sembraré de alegría sus vidas
que serán para siempre pura fiesta.
Y no puedo tolerar, amigos míos,
que arrastren por más tiempo las cadenas
que los convierten en esclavos miserables.
Los libraré, los llevaré a la tierra
prometida, la tierra de la paz,
la tierra de la felicidad entera.
Yo mismo abriré, pueblo mío, los sepulcros
del miedo, el desencanto y las tinieblas;
clavaré mi bandera victoriosa
en la oscuridad de la conciencia,
y les regalaré hasta un lucero vivo
que los alegre y cure la ceguera.
Yo abriré los sepulcros de los odios
que miserablemente los pudren y los entierran;
les daré un corazón nuevo, como el mío,
en el que el amor y la amistad florezcan.
Abriré, pueblo mío, todos los sepulcros,
porque soy Resurrección y Vida plena;
lucharé cuerpo a cuerpo con la muerte,
aunque tenga que morir en la pelea;
pero les juro que ustedes vivirán
y llenaré de mi Espíritu la tierra.

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