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Caminar por el sendero de tu amor



«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; 
¿ninguno te ha condenado?» 
(Jn 8, 1-11)

Nos vemos en una difícil situación, pero no estamos solos. Permanezcamos arraigados en la oración.
Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? 
Confiemos en el Señor que siempre nos escucha y nos acompaña.
‘Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque Tú vas conmigo’ (Sal 22)

Todos somos pecadores.
Todos.
Antes de acusar a alguien, mira en tu corazón.
Practica la humildad. 
Reconoce tus errores. 
Aprende a perdonar... y a pedir perdón .

Con qué facilidad tiro piedras a los demás, parapetado en mi orgullo...
Con cuánta facilidad le impido al Señor manifestarme su amor, un amor que no condena, sino que sana y libera; un amor que destruye el pecado y la muerte y que sostiene el universo.

Quien esté libre de pecado, está libre de conciencia, de misericordia , de ternura, de acogida, de humanidad.
El pecado nos enfrenta a nuestra propia realidad, limitación, pobreza, vulnerabilidad.
Y nos enseña a acoger la de los demás.

La pecadora recupera su dignidad, de ser tratada como 'algo que está sucio' a ser considerada como 'alguien que es valioso', que puede comenzar de nuevo. 
Así es Dios, misericordioso, no condena sino que acompaña y levanta.

Jesucristo, gracias por el infinito amor que me tienes y por todas las veces que me has perdonado.
Somos débiles y con facilidad nos alejamos de Ti.
Ayúdame, Señor, a caminar por el sendero de tu amor y extiende tu mano para levantarme de la caídas.

Crea en mí Dios bueno un corazón puro,
y renueva la fuerza de mi alma
para que no me acostumbre al pecado
y no me habitúe al perdón.
Dame la gracia de amistad
y que el amor que derramaste en mi corazón,
me haga testigo de un amor que perdona
y hace nueva la vida de los demás.
Quiero experimentar cada día tu llamada
y cada noche tu misericordia y tu perdón.

Señor: A cuantos vivimos en este tiempo del coronavirus,
danos la gozosa esperanza de la Pascua.




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