Ir al contenido principal

Invitados




«Venid, que ya está preparado» 
(Lc 14, 15-24)

Nos empeñamos en hacer mil y una cosas, en esperar la ocasión que queremos o deseamos, pero Jesús nos espera en nuestro “momento presente”, ”aquí y ahora”.
Nos enredamos en tareas, actividades...
Todos estamos invitados al banquete del Reino pero ¿cuáles son mis limitaciones que me impiden sentarme? 
¿Me siento feliz por ser invitado?
Ser invitado lleva consigo trabajar por el Reino, no meternos en nuestros asuntos sino en los De Dios.

Todos somos invitados.
Cada uno decidimos si asistir, o no hacerlo.
Excusas, excusas, excusas.
¡Cuántas excusas ponemos para acoger la Vida!
Porque nos pierde lo urgente y lo inmediato, porque vamos ciegos, porque no buscamos…

Cuando no hay tiempo para el encuentro, el banquete, la comida y la amistad, se pierde el sentido de la alteridad, la riqueza de los momentos compartidos, de la saciedad que une y del amor que engrandece y humaniza

Los afanes y las preocupaciones del mundo me roban la esperanza y la alegría y me impiden disfrutar del banquete del Señor, de la fiesta de su amor y de su misericordia.

Señor, tenemos hambre y sed... de amor, de esperanza, de alegría, de entrega, y Tú nos dices: 
Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde. 
La oración en un banquete, la Eucaristía es un banquete, la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos, tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos, el trabajo ocupa todo nuestro tiempo, hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
 
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca. 
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno. 
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga. 
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas. 
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite. 
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.




Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...