El Señor defiende siempre a los débiles.
“Cuando venga el Hijo del hombre,
¿encontrara esta fe en
la tierra? (Lc 18,8).
Jesús nos enseña que hay que orar
con confianza y
perseverancia,
con la seguridad de que Dios
escucha siempre nuestras súplicas.
Señor,
Tú siempre te mueves impulsado por la misericordia
y defiendes siempre a
los débiles.
La oración es para mí,
Señor,
la respiración del alma,
me
permite vivir el Evangelio con alegría
y construir un mundo más fraterno.
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