Conviértenos a tu manera de actuar, Señor.
Límpianos de
apariencias y falsedades
Tú valoraste la pequeña moneda
que la viuda echó en el
templo,
por la vida sencilla y auténtica, de la pobre mujer,
y criticabas a los que presumían de aportar mucho dinero, mientras llevaban una vida insolidaria, injusta y falsa.
y criticabas a los que presumían de aportar mucho dinero, mientras llevaban una vida insolidaria, injusta y falsa.
Tú te fijas en las actitudes del corazón de cada uno,
Tú
siempre apoyas a los más humildes y sencillos,
a los que buscan los últimos
puestos
y a los que no presumen de ser ni de tener.
Tus valores son claros, aunque estén en desuso,
pues lo que
hoy se lleva es tener muchas cosas,
conseguir poder y prestigio en el trabajo
y
manejar dinero y tener un alto nivel.
Lo malo es que todos
nos dejamos enganchar por estos
valores,
presumimos de ser importantes, de hacer muchas cosas,
de tener lo
último y de ser más que el otro…
y Tú, una vez más, nos invitas a ser el menor,
el sencillo, el pequeño.
Conviértenos a tu manera de actuar,
cámbianos el corazón
ansioso,
límpianos de presunciones infantiles
y haznos comportarnos como
hermanos.
Solos no conseguimos ser sencillos.
Te necesitamos para que nos bajes de los pedestales,
de los
púlpitos que nos construimos por inseguridad,
y de la necesidad infantil de ser
más que el hermano.
Que hagamos al otro sentirse importante,
que nos echemos a
un lado para dejar pasar,
que potenciemos lo mejor del hermano
y siempre nos
tratemos en plan familiar.
Haznos como Tú, Jesús, generadores de igualdad,
que juguemos
con el otro la vida, sin ganar,
que no necesitemos ser ni tener más que nadie,
sino
que, sencillamente, nuestro valor sea el Amor.
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