La confirmación es obra de Dios, que se preocupa de que nuestra vida sea plasmada a imagen de su Hijo.
Hoy nos
centraremos en el Sacramento de la
Confirmación.
Junto con el
Bautismo y la Eucaristía, forma parte un proceso único de iniciación cristiana,
a través del cual somos insertados gradualmente en Cristo, muerto y resucitado
y recibimos una vida nueva, haciéndonos miembros de la Iglesia.
El término
Confirmación indica que este sacramento
ratifica la gracia bautismal, nos une más firmemente a Cristo: afianza nuestra
relación con la Iglesia y nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo
para defender la fe y confesar el nombre de Cristo sin avergonzarnos de su
Cruz.
Como todo
sacramento, la Confirmación es obra de
Dios, que se preocupa de que nuestra vida sea plasmada a imagen de su Hijo, de
hacernos capaces de amar como él, infundiéndonos su Espíritu Santo.
Este Espíritu no cesa de actuar con su fuerza en
nosotros, en toda la persona y durante toda la vida.
Cuando lo
acogemos en nuestro corazón, Cristo mismo se hace presente y toma forma en
nuestra vida: es él quien reza, perdona, infunde esperanza, sirve a los
hermanos más necesitados, crea comunión y siembra la paz.
Invito a
todos a recordar que hemos recibido la Confirmación, a dar gracias a Dios por
él y a pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos y a caminar
siempre con alegría, según el Espíritu Santo que hemos recibido.
Comentarios
Publicar un comentario