LA PATERNIDAD DE DIOS
"Dios es un Padre que nunca abandona a sus hijos, un
Padre amoroso que sostiene, ayuda, acoge, perdona y salva, con una fidelidad
que supera inmensamente la de los hombres, para abrirse a las dimensiones de la
eternidad....
El amor de Dios Padre nunca falla, no se cansa de nosotros, es amor que se da
sin límites, hasta el sacrificio de su Hijo. La fe nos dona esta certeza que se
convierte en una roca segura en la construcción de nuestras vidas: podemos
afrontar todos los momentos de dificultad y de peligro, la experiencia de la
oscuridad de la crisis y del tiempo de dolor, sostenidos por la fe en que Dios
no nos deja solos y siempre está cerca, para salvarnos y llevarnos a la vida
eterna.
la paternidad de Dios es amor infinito, ternura que se inclina sobre nosotros,
hijos débiles, necesitados de todo. (…) Es sólo nuestra pequeñez, nuestra débil
naturaleza humana, nuestra fragilidad que se convierte en llamamiento a la
misericordia del Señor para que manifieste su grandeza y ternura de Padre que
nos ayuda, nos perdona y nos salva...
Dios al crear
criaturas libres, dándoles libertad ha renunciado a una parte de su poder,
dejando el poder de nuestra libertad. Así ama y respeta la libre respuesta de
amor a su llamada. Como Padre, Dios quiere que seamos sus hijos de su corazón y
vivamos como tal, en su Hijo, en comunión, en plena familiaridad con Él.
Su omnipotencia no se expresa en la violencia,
no se expresa en la destrucción de un poder adverso como nosotros quisiéramos,
sino que se expresa en el amor, la misericordia, el perdón, en la aceptación de
nuestra libertad y en la incansable llamada a la conversión del corazón, en una
actitud, sólo aparentemente débil. Dios parece débil si vemos a Jesucristo que
ora, que invita, que se hace matar, pero es la actitud aparentemente débil hecha
de paciencia, mansedumbre y amor que demuestra que éste es el verdadero camino
de la potencia y de poder.
La
omnipotencia del amor no es la del poder del mundo, sino la del don total, y
Jesús, el Hijo de Dios, revela al mundo la verdadera omnipotencia del Padre
dando su vida por nosotros pecadores. He aquí la verdadera, auténtica y perfecta
potencia divina: responder al mal no con el mal sino con el bien, a los insultos
con el perdón, al odio homicida con el amor que da la vida".
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