La hipocresía es aparentar lo que no se es, y pretender convencer a los demás de la mentira. Jesús advierte. Dicen lo que no hacen. Hacen para que los vea la gente. Buscan reconocimiento. Por el contrario, lo que pide a sus discípulos es humildad, vivir en verdad.
Decir y hacer. Que coincidan, que seamos consecuentes, que propongamos una manera de vivir que nosotros vivamos cada día. Que nuestras palabras vayan acompañadas de nuestro ejemplo, que sepamos dar razón de nuestra manera de vivir.
El servicio humilde, el cuidado sin protagonismos, la entrega generosa será nuestro mejor decir y nuestro único hacer.
Servir es la acción que caracteriza a los seguidores de Jesús. Si esta característica esta ausente no podemos hablar de verdadero discípulo. En el presente ser servidor conlleva una enorme carga de humildad. No se trata de servilismo: no se humilla sino se abaja para mejor ayudar.
«El primero entre vosotros sea vuestro servidor» La Cuaresma nos recuerda que la oración debe ir unida al servicio hacia el más débil. No olvidemos que cualquier cargo de potestad en la Iglesia es un ministerio y el ministro es el que sirve, el que da servicio desde la humildad.
A lo largo de una vida vamos cambiando las prioridades. De jóvenes activamos el deseo de triunfar, de lograr escalar cumbres, de ser alguien en la vida. Con el tiempo descubrimos que lo que importa no es tanto el reconocimiento externo, como la paz y la alegría por dentro. Y la fe, como un faro, nos señala la meta: servir, cuidar, acompañar, amar. No es triunfo deslumbrar a los demás, sino alumbrar y ser luz. Con sencillez, con discreción, sin acaparar. Dejando espacio para que el otro sea.
Estamos llamados a ser los 'primeros'. En el servir, en darnos, en cuidar, en dejar pasar, en dejar pasar, en la humildad sincera, en poner lo que somos y tenemos al servicio de los demás, en perdonar, en dar otra oportunidad que nunca es la última, en acoger, en escuchar.
La hipocresía es un riesgo constante, sobre todo para los creyentes, que nos creemos tan buenos… El que se enaltece será humillado, el que se humilla será enaltecido. La humildad, el camino que nos muestras. ¿Cómo pongo en práctica la llamada de Jesús a ser servidos, a ser humilde de verdad?
descansando nuestros afanes en ti.
Señor, concédenos un corazón humilde y sincero,
para servir a los demás sin buscar reconocimiento.
Señor, ayúdanos,
que aprendamos a servir con humildad y amor,
siguiendo tu ejemplo,
ya que viniste a servir y dar tu vida en rescate por muchos.
Enséñanos, Jesús, a servir con alegría.
Queremos poner nuestros pies en tus pisadas.
Hemos experimentado el gozo de servir
y no queremos perderlo.
Gracias por tu ejemplo.
Amén.
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