๐บ๐๐๐๐๐๐๐, el Rey ๐ ๐๐๐๐๐.
Silencio… calma… espera… acompaรฑando a Marรญa en su dolor. Pero tras la luz estรก la esperanza. Pronto triunfarรก la VIDA. Y seremos salvados
Allรญ estaban las mujeres que siempre lo acompaรฑaban, su Madre, Marรญa Magdalena y junto a Josรฉ, sintieron la soledad, el silencio, la amargura del llanto por un ser querido que no merecรญa aquella muerte.
Cuando uno se da generosamente espera dar fruto, es lo que llamamos sembrar. Jesรบs se ha dado por entero, no se reservรณ nada, lo dio todo, dio la vida. Esto tiene que dar fruto, generar esperanza. Este amor tan grande no se puede encerrar en un sepulcro. El darse, el amor entregado, es la esperanza de aquella Mujer y Madre a los pies de la Cruz junto al discรญpulo que la acompaรฑaba.
Hora de estar junto con nuestra Madre y esperar con alegrรญa y amor al que es el Amado de Dios Padre. Pronto estaremos gozando de esa gran manifestaciรณn de Dios en su Hijo.
Vive este dรญa con Marรญa. La experiencia de la cruz ha sido tremenda. Junto al discรญpulo amado ha oรญdo las รบltimas palabras de Jesรบs, su รบltimo suspiro.
Es la hora del dolor, de noche oscura. Es la hora de esperar el nuevo amanecer de la Pascua. Ella sabe que la รบltima palabra no la tiene la muerte, sino la vida. La รบltima y mรกs hermosa palabra la tiene el Padre. Confรญa. Espera.
En la oscuridad que envuelve a la creaciรณn, Marรญa, la primera discรญpula creyente, permanece sola al mantener encendida la llama de la fe, esperando contra toda esperanza en la Resurrecciรณn de Jesรบs. La palabra de Jesรบs llenรณ siempre su corazรณn. Ahora, su hijo ha muerto, la mentira y el odio han apagado la voz del Amado. El mundo se ha quedado en silencio y a oscuras. Pero la luz de la esperanza sigue encendida en su corazรณn de madre.
Santa Marรญa de la esperanza, alienta nuestro caminar.
Hay manos que apartan losas
para que entre la luz,
que doblan sudarios
para liberar vidas,
que levantan a quien llora
doblado por ausencias.
Manos que seรฑalan amaneceres,
que encienden hogueras,
y en la brasa preparan
un banquete para todos.
Manos que bendicen
cuando bailan,
cuando juegan,
cuando escriben
e interpretan mรบsica
que trae el eco de Dios.
Manos que en los muros
abren puertas
y en los desiertos
riegan esperanzas.
Manos que, en un gesto,
hablan de amor.
Hay manos
que no pueden estar mรกs llenas
de tanto vaciarse.
(Josรฉ Marรญa R. Olaizola, SJ)
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