¡Bendita humildad!
“El que se
enaltece será humillado,
y el que se humilla
será enaltecido”
(Lc 14, 1. 7-14).
“Observando cómo los invitados a la boda escogían los
primeros lugares”, Jesús ofrece una regla para entrar en su reino.
La presunción, el
orgullo, la autosuficiencia son un impedimento.
La simplicidad, la humildad, el respeto a la justicia,
son en cambio las condiciones ideales.
Jesús rompe radicalmente con el modelo social y religioso
basado en el honor y la jerarquía.
La actitud de compartir mesa y honores con los
"grandes" de este mundo es en cambio una tentación en la que la
mayoría de nosotros, en mayor o menor grado, caemos.
Solo quien se ha sentido alguna vez merecedor de los
últimos asientos comprende lo especial de los primeros y la lógica diferente de
Dios.
En cambio, quien siempre se ha sentido especial (y mejor)
es incapaz de entender la misericordia
Es la hora de comenzar a vivir plenamente la virtud de la
humildad.
Dejemos de mirarnos el ombligo, de pensar en nuestras
propias necesidades, y demos preferencia a nuestro prójimo.
Señor, Tú has elegido por amor el último puesto y te has
hecho hermano y siervo de todos hasta la muerte, para que yo, débil y pecador,
pudiera tener un sitio en tu banquete.
¡Bendita humildad! y ¡bendita locura de amor y misericordia!
¡Bendita humildad! y ¡bendita locura de amor y misericordia!
Aprendamos de María su humildad y generosidad, casa para
los pobres, de ahí brota ser la Bienaventurada llena de Gracia, intercesora
para nuestra salvación.
Comentarios
Publicar un comentario