Trigo y cizaña
«El reino de los cielos se parece
a un hombre que
sembró
buena semilla en su campo;
pero, mientras la gente dormía,
su enemigo
fue y sembró cizaña
en medio del trigo y se marchó”
(Mt 13,25)
Dios ve lo malo que hay en las personas, pero su corazón
es respetuoso y no arranca la cizaña. Une tus deseos de justicia con el
evangelio de la misericordia.
No dejes que la verdad sin amor te haga duro de corazón.
Hoy es sábado.
María de Nazaret camina con nosotros todos
los días del año, pero hoy podemos invocarla de modo especial, unidos a los
millones de creyentes que lo hacen:
María, madre y hermana, ayúdanos a dar buen fruto, a
acoger mejor la Palabra, a proclamar con nuevo entusiasmo que viviremos como
quiere el Señor.
Santa María, ruega por nosotros.
Dame tus ojos, Señor, para que ver el mundo como Tú lo
ves.
Dame tu corazón, Señor, para amar a las gentes como Tú
las amas.
¡Qué fácil vemos lo negativo de los demás!
Esta es la fragilidad del ser humano. Así nos creaste, Señor,
con maravillas y deficiencias, con generosidades y roñoserías,
con excesos y con defectos, con luces y con sombras.
Tú nos has entretejido en las entrañas maternas,
Tú tienes cada uno de nuestros cabellos contados,
Tú nos envuelves con tu abrazo,
Tú sabes más de nosotros que nosotros mismos…
Ayúdanos, Padre, a aceptarnos del todo,
a reconocer nuestras deficiencias,
a alegrarnos de nuestras cualidades personales y únicas,
a desarrollar contigo todo el potencial inmenso
que has puesto en cada uno,
a animar a que otros también desarrollen el suyo.
Enséñanos, Padre,
a perdonarnos los errores,
a convivir con nuestras incoherencias,
a ser misericordiosos con nuestra naturaleza humana
para así serlo aún más con los otros hermanos,
que también llevan el peso de su propia fragilidad y maravilla.
Gracias por crearnos así, con trigo y con cizaña, Padre.
Mari Patxi Ayerra y Álvaro Ginel
Esta es la fragilidad del ser humano. Así nos creaste, Señor,
con maravillas y deficiencias, con generosidades y roñoserías,
con excesos y con defectos, con luces y con sombras.
Tú nos has entretejido en las entrañas maternas,
Tú tienes cada uno de nuestros cabellos contados,
Tú nos envuelves con tu abrazo,
Tú sabes más de nosotros que nosotros mismos…
Ayúdanos, Padre, a aceptarnos del todo,
a reconocer nuestras deficiencias,
a alegrarnos de nuestras cualidades personales y únicas,
a desarrollar contigo todo el potencial inmenso
que has puesto en cada uno,
a animar a que otros también desarrollen el suyo.
Enséñanos, Padre,
a perdonarnos los errores,
a convivir con nuestras incoherencias,
a ser misericordiosos con nuestra naturaleza humana
para así serlo aún más con los otros hermanos,
que también llevan el peso de su propia fragilidad y maravilla.
Gracias por crearnos así, con trigo y con cizaña, Padre.
Mari Patxi Ayerra y Álvaro Ginel
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