Dar la vida para generar más vida.
“Si el grano de
trigo muere, da mucho fruto”
(Jn 12,24)
«Jesús
usa una imagen sencilla y sugestiva, la del “grano de trigo” que, al
caer en la tierra, muere para dar fruto.
En esta imagen encontramos otro
aspecto de la Cruz de Cristo: el de la fecundidad.
La cruz de Cristo es
fecunda. La muerte de Jesús, de hecho, es una fuente inagotable de vida
nueva, porque lleva en sí la fuerza regeneradora del amor de Dios.
Inmersos en este amor por el Bautismo, los cristianos pueden convertirse
en “granos de trigo” y dar mucho fruto si, al igual que Jesús, “pierden
la propia vida” por amor a Dios y a los hermanos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de marzo de 2015).
No se produce vida sin dar
la propia.
La creatividad y la
belleza nacen de la entrega de la vida.
Amar es darse.
Pasa un momento junto a
Jesús.
Pon tu vida en sus manos.
Confíale tu vida.
Dásela.
¿Cuándo aprenderé, Dios
mío, a hacer de mi
vida una ofrenda a Ti y a
mis hermanos?
El
que sigue a Jesús nunca está solo.
El
que le hace sitio en su corazón ve cómo se le ensancha la alegría.
Tiene
sentido tu búsqueda de Jesús, tiene sentido tu vida entregada al servicio del
Evangelio, tienen sentidos las semillas sembradas cada día en el surco en los
más pobres de la humanidad.
Cuando das tu propia
vida, como la dio Jesús, la llenas de sentido y la embelleces.
Señor, haznos dignos
de servir a nuestros hermanos esparcidos por el mundo, que viven y mueren en la
pobreza y el hambre.
Hoy celebramos a San Lorenzo, diácono y mártir
(F)
La tradición nos dice que, siendo diácono de la Iglesia romana, murió mártir durante la persecución de Valeriano (258).
La tradición nos dice que, siendo diácono de la Iglesia romana, murió mártir durante la persecución de Valeriano (258).
Su legendaria defensa de los pobres como riqueza de
la Iglesia y el martirio sobre la parrilla le han valido una gran popularidad:
«¡Oh Señor Jesucristo, ten misericordia de mí!
Me han traído ante los jueces, pero no he renegado de tu nombre.
En los tesoros del cielo confío yo, que son la misericordia de Dios con
que me tiene que favorecer para que mi alma quede libre, aunque el cuerpo
sienta tus tormentos»
(De una vida).
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