Dame, Señor, un corazón de niño.
“El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí” (Lc
9,48).
Los discípulos discuten sobre quién es el más importante.
No
han comprendido nada de la lección de Jesús,
que va entregando la vida por los
caminos.
Pide al Espíritu que te haga caer en la cuenta de que la acogida
y el
servicio son los rasgos esenciales del seguidor de Jesús.
Dame, Señor, un corazón de niño,
capaz de
abandonarme en las Manos del Padre, como Tú.
Que busque más servir, que
ser servido.
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