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El contemplar la creación conduce a Dios.

"San Agustín, que en su vida ha buscado durante mucho tiempo la Verdad  y se aferró a la Verdad, tiene una página bella y famosa, en la que dice así: "Interroga a la belleza de la tierra, del mar, del aire enrarecido que se expande por todas partes; interroga la belleza del cielo..., interroga todas estas realidades. Todas te responderan:
míranos y observa cómo somos hermosas. Su belleza es como un himno de alabanza. Ahora bien, estas criaturas tan hermosas,  que siguen cambiando, ¿quién las hizo, si no que es uno que es la belleza de modo inmutable?"(Sermo 241, 2: PL 38, 1134). Creo que tenemos que recuperar y devolver al hombre contemporáneo la capacidad de contemplar la creación, su belleza, su estructura. El mundo no es una masa informe, sino que cuanto más lo conocemos y más descubrimos sus maravillosos mecanismos, más vemos un diseño, vemos que hay una inteligencia creadora. Albert Einstein dijo que en las leyes de la naturaleza  "se revela una razón tan superior, que todo pensamiento racional y las leyes humanas son una reflexión comparativamente muy insignificante" (El mundo como lo veo yo, Roma 2005).   Una primera manera que conduce al descubrimiento de Dios   es contemplar con ojos atentos a la creación".
(Benedicto XVI)

Comentarios

  1. Leyendo las palabras del Santo Padre que plasmas en esta entrada, pensaba en mi propio padre. En como un hombre analfabeto que aunque no es muy afin a la iglesia, reconoce que existe Dios. Y cuando te habla del Dios que ve él en la naturaleza, te quedas sorprendido de que una persona que no sabe leer pueda citar casi textualmente a San Agustin a quien se hace referencia al principio de la entrada.
    Realmente Dios no es el gran desconocido, por lo contrario hasta las personas menos cultas podrían dar una gran clase de teología solo con abrir los ojos y mirar el mundo que les rodea. El rostro de Dios está en cada cosa creada dentro del conjunto perfecto que es la creación.
    Un abrazo.

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  2. Santo Adviento.
    Un saludo en Cristo y María-Virgen.

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