Para vivir

 


"Yo soy la resurrección y la vida: 

el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá."

 (Jn 11,19-27).

Marta y María eran dos hermanas unidas no solo por su parentesco de sangre, sino también por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor, ambas le servían durante su vida mortal con idéntico fervor. Marta lo hospedó. San Agustín

Marta, María y Lázaro eran hermanos; mientras hospedaban al Señor en Betania, Marta le servía con solicitud, María le escuchaba piadosamente y con sus ruegos impetraron la resurrección de su hermano.


«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
(
Lc 10, 38-42)

Marta de Betania es acogedora y hacendosa, preocupada siempre de servir hasta donde alcanzan su responsabilidad y sus fuerzas. Por llenarse de atenciones se pierde la atención a la palabra del Amigo. El Señor alaba su esfuerzo en el servicio pero aún hay algo más importante.

Cuantas veces andamos inquietos, nerviosos, por situaciones, actividades o relaciones. Le damos vueltas a esos momentos y aumentamos la preocupación. Activamos la impotencia y la incertidumbre. La alternativa es sentarnos a los pies de Jesús y buscar lo importante.


“Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quiso hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos y, sobre todo, quiso mostrar el dominio de Dios sobre la muerte. En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia de Dios, el amor de Dios, se buscan y, finalmente, se encuentran. Es como un doble camino: la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí!...”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, no, la respuesta de Dios al problema de la muerte es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida... ¡Tened fe! En medio del llanto seguid teniendo fe, aunque la muerte parezca haber vencido. ¡Quitad la piedra de vuestro corazón! Que la Palabra de Dios devuelva la vida allí donde hay muerte”.
Francisco

"Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá." Si el desencanto, es vivir sin encontrar lo encantadora que es la vida, la desesperanza es no creer que nos pueda pasar algo grande en el presente y en el futuro. La invitación a creer no es ingenuidad y fantasía. Es lo convicción que arrastra todas mis fuerzas para que cada momento lo vivamos como único, irrepetible, eterno. El poder de la resurrección no es nuestro, acogemos su amor que renueva y restaura la historia. 

 El Dios de la fe

En medio de la sombra y de la herida me preguntan si creo en Ti. Y digo: que tengo todo, cuando estoy contigo, el sol, la luz, la paz, el bien, la vida. Sin Ti, el sol es luz descolorida. Sin Ti, la paz es un cruel castigo. Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo. Sin Ti, la vida es muerte repetida. Contigo el sol es luz enamorada y contigo la paz es paz florida. Contigo el bien es casa reposada y contigo la vida es sangre ardida. Pues si me faltas Tú, no tengo nada: ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida. (José Luis Martín Descalzo)


 

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