Vida bañada de alegría

 


"Id a anunciar a Juan 
lo que estáis viendo y oyendo: 
los ciegos ven, y los cojos andan; 
los leprosos quedan limpios 
y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados."
 (Mt 11,2-11).

La alegría vuelve a visitarnos en el Domingo Gaudete. La tercera vela brilla como un anuncio dulce: el Señor está cerca, muy cerca.

Adviento es un tiempo de esperanza. El profeta Isaías nos habla de un tiempo de restauración y alegría donde los débiles serán fortalecidos y los enfermos sanados. “Los dominan el gozo y la alegría” (Is 35, 1-6.10) Gozo y alegría. Esta promesa se cumple en Jesús, quien trae la salvación y la liberación, que nos invita a vivir con esperanza y a proclamar la buena noticia de su Reino. El gozo y la alegría que proceden de ti, Señor. Que gozo y la alegría de saber que tu inminente venida hace que se fortalezcan las manos débiles, y se afiancen las rodillas vacilantes, tan cercanas, que se despeguen los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abran. Porque vienes en persona, siempre, y nos salvas.

Señor, ayúdanos a reconocer tu presencia viva aun en medio de nuestras dudas y dificultades. 
Señor, en medio de las dificultades, 
ayúdame a vivir con esperanza. 
Que mi vida sea un testimonio de tu salvación y liberación. Fortalece a los débiles y sana a los enfermos, 
para que todos puedan experimentar la alegría de tu Reino. Amén.


«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Nada de dudas, es a Él a quien esperamos. La vida cambia al encontrarlo. Nada es igual al dejarle sitio en nuestro corazón. Él es la verdadera Luz, la que no se consume. Es el agua Viva para no tener más sed.

A quien esperamos en nuestra vida para que sea luz y vida en nosotros es el Señor, el único que puede transformar lo que somos y hacemos. Sin dudas. Lo sabemos.

Jesús no impone, propone. No convence, muestra. No responde, indica. Hay preguntas que tienen una respuesta evidente, tanto que se puede ver y oír, y sorprendentemente, se ignora. Es preciso formación y buena disposición para dejarse alcanzar por Jesús.


"Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados." 
Creemos porque vemos y oímos lo llenas de amor que están tantas vidas cercanas. Lo humano revela lo Divino. Por eso se acerca un tiempo de activar el asombro y la gratitud. La cercanía de Dios aumenta, porque nuestras miradas se están educando en el reconocimiento. En la contemplación del niño que nace en Belén, descubrimos la grandeza de Dios que pone su morada entre nosotros.

Todo lo ha hecho bien

Hace oír a los sordos,
y hablar a los mudos.
Hace soñar a los escépticos
y aterrizar a los ingenuos.
Hace amar a los indiferentes
y resistir a los frágiles.
Hace ver a los ciegos
y caminar a los paralíticos.
Hace dudar a los intransigentes
y ayuda a encontrar a los que buscan.
Hace reír a los que lloran
y llorar a los que matan.
Hace vibrar a los fríos
y arriesgarse a los cobardes.
Hace estremecerse a los crueles
y pone un canto de esperanza en los corazones tristes.
Hace resucitar a los que mueren.
Y allá donde pone su mano,
deja una huella de vida.


(José María R. Olaizola, SJ)

 

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