la liberación de Jerusalén”.
(Lc
2,36-40).
Ana, servidora de Dios, profetisa, espera una señal, un encuentro con el Mesías, lleva toda la vida esperando. Quiere, desea, espera, anhela, ha luchado y defendido 'la liberación' de Israel. Esto ha sido toda su vida. Llegó el momento. Ana se encuentra con Jesús, reconoce al niño como aquel al que ha esperado y deseado toda su vida, todo adquiere una luz diferente, un sentido pleno.
Ana, la profetisa, proclama la llegada de Jesús con
alegría. Su larga vida, dedicada enteramente al servicio de Dios, nos inspira a
vivir con devoción y a proclamar las maravillas de Dios.
Señor, dame la
devoción y la alegría de Ana.
Señor, concédenos
un corazón fiel
y agradecido para reconocerte en lo sencillo
y anunciar con
alegría tu esperanza.
Que mi vida esté
dedicada a tu servicio
y a proclamar tus maravillas.
Dame paciencia y
confianza…
Ayúdame a reconocer
tu presencia
y a compartir tu amor con los demás.
'El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose. Lleno de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él." Aquel niño Dios, como todos los niños, iba creciendo en estatura, en inteligencia... y a todos dejaba claro que la gracia de Dios estaba con él. Para cuantos le conocían en Nazaret, era el hijo de José y María: De mirada profunda y palabras llenas de la sabiduría de Dios. Jesús crece en un hogar sencillo, donde aprende la sabiduría del amor. Pidamos una fe constante que sostenga a los débiles, valore a los mayores y haga de cada hogar un lugar donde Dios habita
Danos perseverancia en la oración, prontitud para
servir y ojos para reconocer tu paso.
Haz de nuestros hogares escuela de sabiduría,
esperanza y caridad.
No se es cristiano una vez y para siempre, sino que debemos crecer, fortalecernos con la Palabra y el magisterio y a partir de ahí hacer que nuestra vida sea un testimonio de su presencia entre nosotros mostrando su misericordia a todos. Ninguno estamos terminados. Dejamos un año, comenzamos otro, y lo que se nos ofrece es crecer y robustecernos. A veces el tremendismo se impone y hacemos lecturas globales de nuestras vidas en clave víctimas, o éxito, muy absolutas y falsas. Se nos regala sabiduría y gracia como al niño. Capacidad de saborear lo que ocurre y acoger como gracia y `regalo las personas que se acercar o se alejan de nosotros.
Cuida tu mente. Cuida tu cuerpo. Cuida cada dimensión de tu vida. Toda tu vida es un regalo de Dios que debes cuidar y alimentar. En la medida que te cuides, podrás cuidar a los que te rodean.
“Y la
gracia de Dios estaba con él”
Tú vas creciendo,
Jesús,
y la gracia de Dios estaba contigo.
Y tú estás conmigo,
tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida de
bendeciré
y alzaré las manos invocándote,
como Ana, la hija de Fanuel,
que te
sirvió día y noche toda su vida,
con ayunos y oración.
Como el anciano
Simeón,
cuyos ojos esperaban ver la luz de la salvación.
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