Ir al contenido principal

El milagro de compartir

 


“Hay un muchacho 
que tiene cinco panes de cebada y dos peces” 
 (Jn 6.1-15)

El Señor ve a los que tienen hambre. El Señor sabe que algo hay que hacer con y por ellos, no nos podemos quedar parados, siente compasión. Implica a los discípulos, uno ve la dificultad, otro busca una solución desde lo pequeño, cinco panes y dos peces.

Cinco panes de cebada y dos peces son insignificantes para alimentar a una multitud si queremos hacerlo desde la autosuficiencia. Pero, si los ponemos en manos del Señor, la generosidad se multiplica y alcanza donde sólo Él puede saciar. Hace el milagro del compartir.

Con nuestros 5 panes y nuestro par de peces, Dios puede seguir multiplicando la vida en favor de los demás. Con nuestro poco, Él puede hacer mucho.

En sus manos, sintiéndonos bendecidos por Él, sin guardar nada, dar lo que somos y tenemos, sobrará.

Se hizo el milagro. El Pan de Vida que se parte y reparte. El Amor de Dios... el alimento, que sacia de verdad.


«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Que nada se pierda de los pedazos de cada una de nuestras vidas, que se rompen cada día. Jesús da de comer a una multitud con unos pocos panes y peces que se ve claro que no bastan. Pero el milagro es que desde esa pequeñez, desde esa evidente precariedad, es capaz de bendecir lo pequeño y que se sacie la gente. Es desproporcionado lo que ponemos nosotros y la acción salvadora de Dios. Por eso confiemos en que dónde Dios nos pone, ahí es.

La limosna

Dame un trozo de paz, Señor, un trozo
de alegría pequeña, unas migajas
luminosas de amor.
Hoy he llegado
hasta tu puerta al fin cansado y pobre
para pedirte luz, para pedirte
tu limosna de paz, de dicha grande
de que estamos tan faltos, (tan mendigo
yo mismo de amor y convivencia
al lado de otros pobres
que lo ignoran u olvidan que lo son
y que ahora suplican en mi verso).
Dame un trozo de sorpresa muy frágil.
Un cestillo de paz y de querencia
para volver de nuevo por mis pasos
e irles repartiendo a los hombres
pan y amor y alegría para poder buscarte.


(Valentín Arteaga)


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

Santa Teresa de Calcuta

UN ÁNGEL EN LA TIERRA   SEÑOR ENSÉÑANOS A AFRONTAR  LAS LUCHAS DE LA VIDA DIARIA “Señor crucificado y resucitado, enséñanos a afrontar las luchas de la vida diaria, para que vivamos en una mayor plenitud. Tú has acogido humilde y pacientemente los fracasos de la vida humana, como los sufrimientos de tu Crucifixión, así pues, ayúdanos a vivir las penas y las luchas que nos trae cada jornada como ocasiones para crecer y asemejarnos más a Ti. Haznos capaces de afrontarlas pacientemente y con coraje, llenos de confianza en tu apoyo”. (Santa Madre Teresa de Calcuta) "Líbrame, Jesús mío, del deseo de ser amada, del deseo de ser alabada, del deseo de ser honrada, del deseo de ser venerada, del deseo de ser preferida, del deseo de ser consultada, del deseo de ser aprobada, del deseo de ser popular, del temor de ser humillada, del temor de ser despreciada, del temor de sufrir rechazos, del temor de ser calumniada, del temor de ser olv...