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"Al ver Jesús a las muchedumbres, 
se compadecía de ellas, 
porque estaban extenuadas y abandonadas, 
como ovejas que no tienen pastor." 
(Mt 9,36-10,8)

En esta época del año nos pilla el final de curso cansado, extenuado, y sin fuerzas. Anhelamos el descanso, las vacaciones, el cambio de lugar y de actividad. Pero lo que de verdad nos descansa no es no hacer nada, sino vivir amando intensamente lo que hacemos. No es vivir para recibir recompensas, sino que la recompensa sea poder amar.


Jesús llama a sus discípulos en un contexto de necesidad. La muchedumbre está extenuada y abandonada. La llamada tiene una finalidad concreta: liberar de maldad y de enfermedad. Los apóstoles (enviados) a anunciar con gratitud lo que en gratuidad han recibido. El Evangelio de la compasión con las multitudes cansadas y extenuadas solo se puede vivir desde la gratuidad. Lo gratuito ha sido apartado de nuestro mundo, por eso el anuncio del Evangelio, y los gestos que conlleva, están rozando la línea de la locura, no se entienden e incluso se sospecha de ellos..


Dios no es distante, es Padre, te conoce y te ama; quiere tomarte de la mano, también cuando vas por senderos empinados y difíciles, también cuando caes. A menudo en los momentos en los que eres más débil puedes sentir más fuerte su presencia. ¡Está contigo, es tu Padre!

Jesús nos invita a ser “Iglesia en salida”, a salir al encuentro de la gente. ¿Soy capaz de escuchar la llamada? ¿Cuál es mi respuesta?

 

Jesús, hoy sigues llamando

Jesús, hoy sigues llamando, necesitas colaboradores, apóstoles, testigos, me necesitas a mi...
-Toma mi vida para que la conviertas en pan entregado.
Toma mi vida para repetir aquel gesto tuyo 
y ponernos a los pies de la humanidad.
Toma mi vida para poder dártela
 y así devolverte lo que en mi sembraste.
-Jesús, quiero vaciarme 
y así poder ser lo que tú quieras que sea.
Quiero partirme para no quedar encerrado y aislado.
Quiero que no se haga mi voluntad sino la tuya.
Quiero ser un discípulo enamorado de ti 
y que contagie con tu Evangelio.
-Jesús, envíame porque me has elegido 
y cuentas conmigo.
Envíame a vivir con pasión la alegría de seguirte.
Envíame pero que puedan reconocer en mi tus obras.
Envíame a mí a acompañar a los que andan descarriados, necesitados de luz y de sentido. 
Amén.

 

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