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Creo

 


“Él fue, se lavó, y volvió con vista”.
 
Jn 1,1-41

El evangelio es una catequesis sobre Cristo, luz del mundo. El ciego, que podemos ser cada uno de nosotros, representa, el reencuentro con Cristo. Por eso tenemos que reconocer que zonas oscuras tememos que aún no ha llegado la luz de Cristo. Para que reconociéndolas dejemos que las invada la luz de Cristo y poder decir desde el fondo de nuestro corazón “creo, Señor”.

Era ciego de nacimiento, siempre había vivido en la oscuridad, la luz no tenía sentido. Esto le había llevado a la marginación. Se encuentra con Jesús, toca sus ojos y todo se llena de luz, empieza a ver. Se da cuenta que no solo ha recuperado la vista sino la vida.


"Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego."
El barro que nos constituye, la fragilidad que rechazamos, cuando es tocada por Dios, se convierte en luz y claridad. No vemos porque no amamos. Nos da miedo amar el barro. Preferimos el oro, la fuerza, la seguridad, el éxito. No amamos la duda, la necesidad, la intemperie. Dios ha venido al mundo para que aprendamos que ser humanos amados es lo más parecido a lo divino.


Estaba ciego de nacimiento, siempre había vivido en la oscuridad, para él la luz no tenía sentido. Esto le había llevado a la marginación.  Jesús se encuentra con él, toca sus ojos y todo se llena de luz, se abren sus ojos y empieza a ver. Jesús vuelve a abrirle los ojos de la fe. Cree y lo adora, "se postró ante Él". Se da cuenta que no solo ha recuperado la vista sino la vida. 

Señor, cura mis cegueras con tu luz. Dame tu mirada para que pueda verte en cada persona y en cada acontecimiento que viva... Cura Señor mis cegueras para que pueda contemplarte con mirada de niño en todo y en todos.  @ferminnegre

Frente a un mundo ciego, que dice que ve, Jesús nos propone otro camino: reconocer nuestra ceguera y dejarnos curar por Él.

Jesús expresa cuál es la realidad del mundo y cual es su identidad y la nuestra: Él es la luz del mundo y nosotros, los llamados a ser hijos e hijas de Dios. Ninguno de nosotros tiene luz propia (eso es lo creen falsamente algunos). Nosotros reflejamos en la vida la luz del Señor


Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver. ¿Y tú? ¿Quieres? Abre los ojos a Cristo. ¡Ve!

Jesús viene para que los que no ven, vean, y los que ven se queden ciegos. Invitados a descubrir nuestra mirada. A analizar qué vemos. A cuestionar si lo que vemos es real o lo que queremos que sea. A dejarnos iluminar por la verdad de Jesucristo para vivir viendo.

Pon luz en mis ojos
Gracias, Jesús, por mis ojos.
Quisiera que siempre estuvieran dispuestos 
para abrir mi corazón, para mirarte a ti. 
Dales tu luz, para que sean ojos limpios 
que miren sin mentira ni rencor.
Que desaparezca de ellos la tristeza y que sepan abrirse siempre para ver admirados todo lo que nos rodea. 
Que sepa cerrarlos para encontrarte muy dentro 
llenándolos de fe, de confianza en ti. 
Que sepa abrirlos y ver en profundidad
 para reconocer tu presencia en todas las cosas. 
Que nunca se cierren ante las necesidades de los demás.
Toca mis ojos con tus manos, llénanos de tu luz 
para ver la vida con la mirada de la fe.
Que demos testimonio de ti con valentía 
para que otros crean y te sigan.
Jesús, limpia mi pecado, dame tu luz 
para que pueda decir: ¡Creo Señor!
Amén

 

 

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