Sembrador

 

 

«Salió el sembrador a sembrar su semilla”
 
 (Mt 8, 4-13).

Salió el sembrador a sembrar...la vida siempre es un terreno pedregoso. La crisis, la oscuridad en el mundo y a nivel personal siempre acechan. Hay que tener raíces fuertes. Rezar y velar constantemente.

Nada somos sin Dios, pero Él quiere contar con nosotros para actuar. Requiere de nuestra libertad, de nuestra entrega, de la apertura de nuestro corazón a su gracia; de la acogida de su Palabra en las raíces de nuestro ser, para que su Espíritu pueda dar fruto en nosotros.

La Palabra está dirigida directamente a nosotros, para que con la calma y el poso necesario, el cultivo de la tierra, es decir el corazón, genere tal transformación en nosotros que los frutos sean los que ella pide. Pueden ser muchos o pocos, pero de ella.

Dios habla. Tiene ganas de decirse. Busca corazones abiertos donde depositar su semilla. Haz silencio para escuchar. Rumia la Palabra para que te cale por dentro. Mira a Jesús que te comunica la vida. La humildad, facilita el terreno fértil de la docilidad a la Palabra. Cosechemos frutos de vida eterna, ya desde aquí. Guarda lo que te dice Jesús en el corazón, como María. Que la Palabra se haga vida en ti.

 María es la tierra buena, que acoge la Palabra, la guarda en su corazón y la hace fructificar por la acción del Espíritu Santo, dándonos el ciento por uno, su hijo Jesucristo, para la vida del mundo.


SEAMOS BUENA TIERRA Y DEMOS BUENOS FRUTOS 
CON LAS GRACIAS 
QUE HEMOS RECIBIDO DE DIOS. 
PORQUE TENEMOS VIDA PARA HACER CON ELLA ALGO ÚTIL PARA TODOS.


 
 
 
Me descalzo para escuchar. 
Te escucho para llenarme de ti. 
Te miro con amor.  
Sé que vas siempre conmigo. 
Gracias, Jesús, por todo.

Déjame ser semilla en tu alforja, 
Sembrador de manos llenas, 
creer en los terrenos agrestes, 
abrazar la vida entre las piedras. 
Déjame llevar esperanza, en la espinas, 
vida nueva. 
Y en los caminos, tus pasos, 
Sembrador de manos llenas.
 

 

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