¡No antepongas nada al amor de Dios!

 


"Ciertamente, 
los hijos de este mundo son más astutos 
con su gente que los hijos de la luz." 
(Lc 16, 1-13).

 

El Evangelio de hoy es de los que escuecen, porque pone el dedo en la llaga: "no podéis servir a Dios y al dinero". Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al mismo tiempo esclavo del dinero y del propio interés.

El dinero es un ídolo de inmenso poder. Cuando el vil metal ocupa el lugar que le corresponde a Dios, el ser humano deja de ser dueño para convertirse en esclavo. Para ser libres nos ha liberado Cristo.

La ambición y el afán de riquezas despiertan una creatividad desmedida. Jesús reclama de nosotros esa misma creatividad para el bien. Ojalá que el proyecto del Reino despierte en nosotros el deseo de implicar lo mejor de nosotros para su realización. Sólo al dar todo lo que somos y tenemos se obra el milagro.

Estamos llamados a ser creativos en hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes del mundo, no sólo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido, no para enriquecernos, sino para generar amor fraterno y amistad social.

Los hijos de la luz…
van dibujando sonrisas,
apagando rencores,
encendiendo vidas,
diseñando caminos en común,
acariciando soledades,
provocando ternura y pasión,
rompiendo yugos injustos.
desterrando las tinieblas del desánimo,
caminando en el amor. 
@ferminnegre

El Evangelio de hoy, nos invita a ser fieles a los pequeños detalles y a no poner el corazón en los bienes materiales. El que es fiel en lo poco lo será en lo mucho; y no se puede servir a Dios y al dinero. ¡No antepongas nada al amor de Dios!

 

 

 

 

Que la oración nos haga poner a Dios en el primer lugar de nuestro corazón; y el poder y las ansias de dinero, lo último.

 

LO QUIERO TODO
 
Dios y el dinero.
Persigo contradicciones,
me enzarzo
en batallas imposibles.
Soy todo necesidad.
Ambiciono una vida
sin renuncia,
una elección
sin compromiso,
una fe sin vértigo.
Quiero encontrarte
pero no cambiar,
estar al pie de la cruz
sin intemperie ni duelo.
Quiero una pasión
domesticada.
Te seguiré, Señor,
pero séllame la garantía
de que todo irá bien,
de que no tendré que abandonar,
por el camino,
equipaje ni sueños.
Quiero una historia
con marcha atrás.
Una entrega
compatible
con esta codicia
que me seca por dentro.
Quiero tu evangelio,
pero a mi modo.
Lo quiero todo,
y así me va.

José María Rodríguez Olaizola


 

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