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Compartir, dar lo que se tiene

 “Que nada se pierda” 

(Jn 6,1-15)


¡Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz la justicia, la fraternidad!

Qué hermosas las manos que reparten el bien.
El Espíritu nos lleva más allá de nosotros mismos para mirar al otro y centrarnos en lo esencial.
Nos impulsa al compromiso solidario.

Cinco panes y dos peces.
Algo pequeño para una multitud.
No es tanto lo que se tiene como lo que se comparte.
Lo que se pone al servicio de los demás, lo que se entrega.
Así se obra el milagro de multiplicar, de llegar a muchos, de saciar y de que sobre.

Repartir, lo que cada uno tenga.
Es la forma de que llegue para todos.
Bueno, eso si repartimos.

Disponibilidad, generosidad, confianza en Él, dar y darse...
Esto es lo que multiplica lo pequeño, lo que somos.
Romper la falsa seguridad del tener para ser con el otro en su necesidad dando y dándome.

Lo importante es compartir, dar lo que se tiene.
Frente a la confianza en el dinero, Jesús invita a la confianza en el amor
Será poco lo que puedes aportar, pero sin ese poco no se obra el milagro.




Implícame, complícame

Implícame, Jesús, con la causa de los pobres.
Implícame con esta causa, que es la tuya.
Implícame, complícame, replícame.

Implícame a tu manera que sorprende,
inquieta e ilusiona.
Que no sepa dejar de mirar.
Que no sepa dejar de querer.
Que no sepa dejar de amar.

Complícame la vida, que eso
es lo que pasa cuando uno ama.
Complícame haciéndome apasionado.
Complícame porque las cosas no son fáciles.
Complícame porque las lágrimas duelen
y el hambre es mala,
y los gritos no se pueden apagar.

Complícame porque un mundo roto
no es un lugar cómodo.

Replícame cuando ponga argumentos
para escabullirme.
No me dejes posponer mi camino.
Que ya está bien de muchas palabras.
Si estoy demasiado centrado en mis problemas,
demasiado dedicado a mis actividades,
demasiado ocupado en salir yo adelante,
Implícame, Señor, y complícame.

(Patxi Loidi)




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