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Con la lámpara encendida


"¡Que llega el Esposo, salid a su encuentro!
" 

(Mt 25,1-13)

Vivir alerta, con el aceite preparado, dando testimonio del amor que recibimos de Dios es la tarea que tenemos que llevar a cabo cada día, conscientes de que siempre estamos y estaremos junto a Dios. 

Con el corazón siempre presto, alcuza llena de aceite para la lámpara de nuestra vida, la fe, la esperanza y la caridad, como tú bendita Madre, para escuchar el esperado: "¡Que llega el Esposo, salid a su encuentro!"; y entrar con Él al banquete de bodas. 

La FE es como es Lampara que se va consumiendo y necesita aceite para que  pueda seguir alumbrando.  ¡Ojo! ¡Que jamás te falte! Aquí me tienes, Señor, con mi alcuza llena del maravilloso aceite de todo lo que viví, amé y aprendí.

Señor, d ame la Gracia de recibir el aceite de tu Espíritu Santo, para que el día de tu venida pueda entrar contigo en la fiesta eterna del Cielo. Amén. 

Con la lámpara encendida

Jesús, hoy queremos darte gracias por todo lo que en el evangelio nos has enseñado.

Como aquellas cinco doncellas sabias y prudentes, queremos estar siempre con la lámpara de la oración encendida para salir a tu encuentro y disfrutar de la fiesta que es estar contigo, compartiendo todo lo que nos pasa.

Qué importante es la oración continua, constante, cuidada, solos o en familia, que nos une a ti y nos acerca a los hermanos.

Recordamos a tantas personas que como aquellas cinco doncellas se desaniman, no se creen de veras el que vienes a nuestro encuentro y se dejan llevar por el sueño, la pereza o la falta de fe.

Jesús, en esta pandemia, carga nuestros depósitos de sensatez y prudencia, de sabiduría para enfrentarnos a los peligros que nos acechan, sin perder el sentido común, la alegría y la esperanza.

Y que recordemos siempre que para mantener la lámpara de la oración y de la fe necesitamos de la comunidad, de la iglesia diocesana que nos ofrece grupos de formación y catequesis, celebraciones de la fe y grupos para encauzar nuestro compromiso social. 


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