Se preocupa por nosotros



“Te ruego por ellos… 
Todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío" (Jn 17,1-11a)

La oración es una fuerza atractiva y atrayente.
Nos une en lo profundo, en lo auténtico, en lo trascendente.
Rezar unos por otros es el mayor signo de unión, y el vínculo más fuerte

Jesús, lleno de entusiasmo, en el momento intenso de la cena última pascual, da su última enseñanza en forma de oración al Padre: ruega por la propia glorificación, por la custodia de los discípulos, pidiendo especialmente la unidad.
Es  la “Oración Sacerdotal de Jesús”.

Al igual que un padre o una madre rezan por sus hijos para que tengan de todo, pero especialmente lo fundamental, así también reza y se preocupa Jesús por nosotros, con cariño y desvelo.

Jesucristo intercede por nosotros ante el Padre, presentando nuestros deseos e intenciones, nuestras súplicas y alabanzas, nuestros gozos y alegrías, nuestras penas y sufrimientos...; y nos envía su Espíritu, garantía de la vida eterna dentro de nosotros.

Gracias, Señor, por confiar en mí
y contar conmigo para colaborar contigo.
Contigo quiero vivir sin miedo.
Quiero ser reflejo verdadero de tu ternura.
Quiero que mis manos sean
memoria autentica de tus gestos.
Quiero que mis palabras sean eco de tu Evangelio
de libertad y de vida abundante.
Con humildad y con gratitud
me siento entusiasmado
y alegre por hacer mía esta causa tuya.



Espíritu y Vida Nueva
que llenas los corazones
de esperanzas e ilusiones
que en el Amor se renuevan.

Infúndenos tu confianza
para caminar seguros
por caminos de Amor puro
por senderos de esperanza.

Para predicar el Reino
que se realiza en tu seno,
el Amor de un Padre bueno
que nos da su Amor Eterno.

Para anunciar la llegada
de la gracia que se entrega
el fin de una larga espera
la humanidad ya lograda.

Para anunciar la esperanza
donde vemos ojos tristes
pues sabemos que viniste
a fundar nuestra confianza



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