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Buena Noticia

 

"Los mandó delante de él, de dos en dos, 
a todos los pueblos 
y lugares adonde pensaba ir él." 
(Lc 10,1-12).

Celebramos la fiesta de San Lucas. Un día sintió la llamada de Jesús, que quería confiarle una misión. Puedo recordar las llamadas que a lo largo de la vida he recibido y dar gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a qué me llamas ahora, Señor?


“La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino!”
 Cómo en los tiempos de Lucas, la mies sigue siendo abundante y los obreros somos pocos. Hay demasiadas personas a nuestro alrededor que se sienten huérfanas, que sus vidas transitan en medio del desasosiego y la angustia. Por eso Jesús nos sigue llamando, para que nos encarguemos de evangelizar. Todos podemos vivir la alegría del Evangelio que consiste precisamente en dar gratis lo que recibimos gratis.


Jesús envía a los discípulos a la misión con una tarea: prepararle el camino, dar testimonio de él y anunciar la buena nueva del reinado de Dios. Lleva en tu corazón la paz de Jesús y no dejes que las dificultades y hostilidades de la vida apaguen tu gran deseo de seguir a Jesús. 

Envíame, Señor.
Llévame dónde Tú quieras, por dónde Tú quieras,
y cuándo tú quieras.
Estoy en tus Manos.

Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un campo necesitado de trabajadores.

Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad y llamad a otras personas.

Los enviados  anuncian y dan la paz porque es lo que Él nos da, anuncia y regala. Viven con austeridad, sin imponer, proponiendo... este es el método que Jesús tiene de acercarse a nosotros y hacerse presente, proponer, sugerir, animar la respuesta a la llamada que Él hace. Ellos descubren que son herramientas del Señor, instrumentos para el anuncio, puertas abiertas para acoger con gozo a Jesús las personas con las que se encuentran.

Todos somos evangelistas No te conformes con menos. Que tu vida, tus palabras, tus gestos, tus silencios y tu cariño sean, también hoy, evangelio, es decir, buena noticia.


Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.

Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta

Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.

Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj
 

 

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