Testigos de la verdad

 


"En aquel tiempo, como la fama 
de Jesús se había extendido." 
 (Mc 6,14-29)

A veces nos preguntamos si estamos en el fin del cristianismo. Los datos nos hablan de un proceso de secularización imparable. Y al mismo tiempo Jesús sigue siendo referencia para una multitud de hermanos. La fama de Jesús se extiende en la medida que nos volvemos testigos de su forma de vida. Somos cartas que traducen la fe en acontecimiento. Esa es nuestra misión como la de Juan el Bautista.


«Es Juan, a quién yo decapité, que ha resucitado»
El pasado no desaparece, nos acompañan nuestros actos, son parte de nuestra vida. Pero no nos deben impedir levantar la cabeza y cambiar nuestra vida. Si nos quedamos con los fantasmas nunca viviremos el presente que se nos da.

El relato del martirio del Bautista, prefiguración de la muerte de Cristo, nos recuerda que estamos llamados a ser en nuestro ambiente testigos de la verdad.

Nuestro testigo y juez es el Señor. Si, Jesús es nuestro Camino que conduce a la Verdad plena, gozaremos de la paz de nuestras conciencias en espera de vislumbrar la plena liberación por el Espíritu, aquí, y luego eternamente.

Herodes es un hombre poderoso, que se cree dueño de la vida de otro. Por eso ante la petición de la joven, él le concede la cabeza de Juan. Su poder está en función de sus caprichos, de sus deseos, de su círculo de influencia, sin importarle la vida de otros

Herodes vive apresado en su poder, en una relación tóxica, en el miedo y el error. Cegado por sus razones y su prestigio. Alejado de la realidad, la verdad y la justicia. Manipulado sin reconocerlo. Acomodado en un sillón de mentiras que satisfacen y adormecen.


"Quiero que ahora mismo me des en una bandeja su cabeza".
Duelen las críticas, pero hay que aceptarlas como los elogios para seguir creciendo. Rodéate de hermanos que te ayuden a volar sacando lo mejor de ti, mostrando tus luces, pero también tus sombras...

La cabeza de Juan Bautista vale “medio” reino de Herodes. El Reino de Dios lo vale todo, tus sueños, tus esfuerzos, tus pesares. El amor tiene forma de todo. Juan lo dio todo porque Dios lo dio todo en Jesús.


Solamente Dios conoce lo que hay en la cabeza y el corazón del otro. Tu hermano es un camino, un proceso, un misterio, una aventura. Déjate sorprender. Estás llamado a ser profeta, no siempre te van a querer, pero ahí está tu misión. Sé fiel a Jesús.

 

 

Oración de un Misionero Mártir

Que mis manos sean las tuyas.
Que mis ojos sean los tuyos.
Que mi lengua sea la tuya.
Que mis sentidos y mi cuerpo
no sirvan sino para glorificarte.

Pero sobre todo: transfórmame:
¡Que mi memoria, mi inteligencia,
mi corazón, sean tu memoria,
tu inteligencia y tu corazón!

¡Que mis acciones y mis sentimientos,
sean semejantes a tus acciones y
a tus sentimientos!

Amén

San Juan Gabriel Perboyre 


 

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