Con la fuerza del Espíritu

 


"El Espíritu empujó a Jesús al desierto"
.  (Mt 4,1-11)

El Evangelio nos conduce al desierto con Jesús. El desierto, lugar de silencio, de amor, del escucha, de vida, de muerte, de riesgo, de susurros, de soledades, de fantasmas, de aullidos, de tentaciones. El desierto, lugar del encuentro con Dios, de la oración, reflexión, gimnasio de virtudes y forja de voluntad, ayuno y plena confianza en Dios y su gracia para vencer y superar las pruebas y tentaciones de la vida. Allí, sin distraernos, nos adentramos en ese recóndito lugar donde se produce el maravilloso encuentro con Dios. Allí, con la fuerza del Espíritu, aprenderemos a vencer las tentaciones más comunes y frecuentes. Las tentaciones procuran entorpecer el camino que lleva a la Tierra Prometida, la Pascua eterna.

 En la vida vas a tener muchas tentaciones que te alejan del camino. ¡Sé fuerte! ¡Confía en la ayuda del Padre!

Jesús es llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Las tentaciones son sutiles y atractivas. Una invitación a estar atentos y saber elegir. Nuestro pan sea siempre el compartido. La felicidad la encontremos en Dios. El poder, que Dios reine

 “Al final sintió hambre” Es la clave, tener hambre, saberse en manos de Dios, reconocer que Él lo puede todo, descubrir nuestra limitación. En esa situación se presenta la tentación. Es solo Dios quien puede llenar el vacío y dar sentido a mi vida. Es solo Dios quien puede llenar el vacío y dar sentido a la vida, es Dios quien me ha hecho único, quien puede guiarme por el desierto hasta 'fuentes tranquilas'.

"Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes". La tentación específicamente religiosa: amar a Dios por aquello que me da, pero no por sí mismo. ¿Seguirías creyendo en Dios aunque las piedras permanezcan piedras? ¿Amas a Dios o su promesa?

"Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían." Hay consuelo en nuestra vida cuando recorremos las sendas de Dios. Es cierto que sentimos angustia e indecisión a la hora de tomar opciones. Dudamos, le damos vueltas a la mejor opción. Pero cuando nos decidimos por lo que Dios quiere, siempre viene el consuelo y la paz. Se aleja la frialdad y el miedo, e inauguramos el tiempo de la confianza radical en Dios.

Ambigüedades

Ay, corazón, si serás misterioso. Que cuando te olvidan, recuerdas. Cuando te piden silencio, gritas. Cuando necesitas frenar, te aceleras.
Cuando te sientes vacío,
no sabes esperar.
Cuando estás acompañado  reclamas soledad, y solo, sientes que jamás tendrás paz. Siempre estás pidiendo tiempo, pero no sabes aburrirte. Ambiguo, apasionado, misterioso y complejo. Así te quiero querer, corazón tan mío y tan nuestro. Y así quiero querer, de ese modo tan mío y tan tuyo
.
(Matu Hardoy)


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Gracias, Señor.

Colaborar con el Señor