Ir al contenido principal

El rostro del Padre

 


 “Hace tanto que estoy con vosotros, 
¿y no me conoces?” 
(Jn 14, 6-14).

Te he cogido en mis brazos, he cargado con tus cruces, te he dado un mensaje de salvación, te he perdonado todos tus pecados, te he abrazado como el Buen Padre... Y, ¿aún no confías en mí? Levántate, agarra mi mano y sigamos caminando juntos.

 

Cristo nos ha mostrado el rostro del Padre y nosotros hemos encontrado un Dios de misericordia, bondad y amor. Jesucristo, el Hijo de Dios, quiere ser nuestra vida, nuestra luz y el sentido de nuestra existencia.

Jesús le dice a Tomás: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.  

Un camino del que nos desviamos porque no siempre es fácil. Una verdad que cuesta asumir y defender. Una vida que no es razón, sentido y meta. Camino de entrega. Verdad encarnada. Vida derramada.

Jesús acerca lo divino a la tierra. Nos posibilita el acceso a una vida eterna en medio del tiempo. Nos regala un amor que se derrama en nuestros corazones y nos hace hijos y hermanos. Hacemos de nuestra historia una historia de salvación, una experiencia acompañada. Una vida salvada y misionera.

La misión nace de una convivencia prolongada con Jesús; la profecía nace de la amistad con Dios. Lo que se descubre en la intimidad del encuentro orante se proclama desde los tejados. Cuando uno ha experimentado el amor gratuito de Jesús, puede colocarse en medio del mundo para ser con sus obras un humilde reflejo de la belleza de Dios.

Tú, Señor, eres mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Tu amistad me pone en camino de anuncio.

 

Cosas nuestras

Mis huellas, tu horizonte

mis pasos, tu presencia

mi quietud, tu llamada

mi cuidado, tu entrega

mi canto, tu evangelio

mi orgullo, tu paciencia

mi temor, tu alianza

mi huida, tu insistencia

mi trinchera, tu cruz

mis dudas, tu certeza

mi frío, tu pasión

mi grito, tu respuesta

mis ansias, tu banquete

mi temblor, tu firmeza

mi soledad, tu gente

mi flaqueza, tu fuerza.

Tu camino,

tu verdad

y tu vida.

Nuestro amor,

nuestra fiesta.

(José María R. Olaizola, SJ)


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...