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Luz que brilla

 


“Yo soy la luz del mundo”  
(Jn 8, 12-20)

¡Qué nombre tan bello se ha dado Jesús hoy! Jesús es la luz del mundo.Seguirlo es salir de las tinieblas del miedo, la oscuridad de la duda, la ausencia de esperanza. En él encontramos la luz de la vida, el entusiasmo, la gratitud, el perdón, y el amor. 

Él es la Luz, que viene en tu búsqueda para iluminar toda tu existencia. Él es la luz que vence las tinieblas, que quita los miedos, que nos ayuda a reconocernos y a reconocer a otros. Es una luz de vida, una luz que nos da vida, que no apaga la nuestra sino que le da fuerza, sentido y profundidad.

Las luces del mundo son mera apariencia; Cristo, en cambio, es la luz verdadera, que ilumina nuestro corazón consumiéndose, por amor. Ante un mundo de apariencias y máscaras, hoy Jesús te alienta a ser quien eres y estás llamado a ser.

Deja que Él guíe tu camino. Seamos testigos de luz, que alumbren y no deslumbren.

Jesús es luz, la luz del mundo. Pero, ¿qué hacer para que esa luz cruce el abismo y llegue a nuestro corazón? Nuestra vida es como un candil en medio de la casa. Los que vienen necesitan esa luz para no tropezar. Cuando participamos en la vida de la Iglesia y compartimos la luz, alegramos el mundo.


Bendito sea su Nombre. Sí, Jesús, tú eres luz y tú nos iluminas. Te pedimos Señor Jesús, que tu luz nos haga ver la Luz. Jesús es Dios hecho hombre para nuestra salvación. 

CRISTO ES LA LUZ DEL MUNDO QUIEN LO SIGUE NO ANDARÁ EN TINIEBLAS

"Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre."

La llamada al conocimiento de Cristo está hecha. Acércate al fuego que arde en el alma, a la llama que hiere, despierta y enamora. Conoce al Padre. Respira con Él. Sé el que eres en Él

Ilumínanos, Señor, con tu Espíritu. Y déjanos sentir el fuego de tu amor en el corazón

En ti está la luz

Reina en mí la oscuridad,
pero en Ti está la luz;
estoy solo, pero Tú no me abandonas;
estoy desalentado, pero en Ti está la ayuda;
estoy intranquilo, pero en Ti está la paz;
la amargura me domina,
pero en Ti está la paciencia;
no comprendo tus caminos,
pero Tú sabes el camino para mí.

(Dietrich Bonhoeffer)


 

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